Cuenta la leyenda que Paganini, el mejor violinista de la historia, vendió su alma al diablo para poder ejecutar piezas imposibles para otras manos humanas. Sabedor de la leyenda que le precedía, la aumentaba, ataviado siempre de negro. Todo un visionario del merchandaising tenebroso y satánico.
En estos días hemos asistido a un mercadeo diabólico tan descarado que sonrojaría al mismo Belcebú, de natural discreto en sus tratos. El Nuevo Eje ha intercambiado ayuntamientos y sillones como el que se muda de ropa interior, pero sin la privacidad de la alcoba. PP y Ciudadanos han vendido el escaso alma que les quedaba, hechas jirones por los martillazos y las lineas rojas, a cambio de ocupar cualquier poltrona vacante.
Sinceramente, lo que pase en Burgos o en Palencia me preocupa tanto como el ganador de Supervivientes. Pero me duele en lo más profundo lo que ha ocurrido en nuestro Parlamento, convertido en un supermercado, escenario de un juego de poder sucio y maloliente, en el que se han estado prostituyendo unos Presupuestos por ver quien tiene la bolsa escrótica más grande.
Se ha jugado con los dineros que tendrán que ir a Educación, a Sanidad, a cambio de convertir la violencia de género en una pantomima “intrafamiliar”, como si las hostias, los insultos y las muertes sólo existieran dentro del hogar. Se ha faltado al respeto de todos los andaluces, abriendo una partida presupuestaria para luchar contra la inmersión lingüística catalana, como si un parado de Cádiz, un padre de familia sin recursos de Málaga, una mujer violada de Córdoba, resolvieran sus problemas personales sabiendo que a los catalanes se les va a hacer más difícil hablar en su propia lengua.
Los Presupuestos andaluces no son cuestión baladí, un papel húmedo que ayer valía, hoy deja de ser válido y mañana los acepto. Sin cambiar una coma, una palabra, una frase. Tan sólo hizo falta que VOX se sintiera protagonista del bolero. Si tú me dices ven, lo dejo todo, pero dime ven. Y los tres miembros del Nuevo Eje acercaron sus posturas, tanto que uno se siente incapaz de determinar dónde termina la carne de uno y empieza la del otro.
Ha llegado el día en que el diablo viene a cobrar su préstamo. A Paganini no lo dejaron enterrar en sagrado. Sin embargo, éstos vienen bajo palio. Y no me gusta nada su música.