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El Puerto Cofrade

Recuerdos del pregón para la Humildad

Turno para la Humildad y Bodegas Obregón del pregón de Álvaro Carmona de la Semana Santa 2016

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  • HUMILDAD Y PACIENCIA -

La calle Zarza nos adentra en una realidad diferente. Hay bullicio esperando fuera. El vino, reposa en calma. Es el vino de Dios. Latente en todas sus variedades. Con consignas verdaderas, aromas de un tiempo por descubrir. Fue el abuelo Rodrigo quien contrataba a los saeteros para las Bodegas Obregón. Pasaba la cofradía y él se desvivía para que todo estuviera impoluto. Colaboraba de todas las maneras posibles, sin faltar nada, los costaleros rendían honores a aquel amigo que tan bien los cuidaba. Las marchas se sucedían una tras otra, para honrar al Cristo de la Humildad y a su Madre, Desconsuelo. El abuelo Rodrigo, murió, quedando su esencia entre tantas botas de vino. La familia sigue muy ligada a la ya más que arraigada tradición del Jueves Santo, la Humildad por calle Zarza. Suena "La Saeta", hay voces que templan el amor en unas notas. Hay rito. La voz del amor flamenco y el folclore que aprendemos al nacer. La vida acontece rápido, creyendo que nunca abriremos el grifo inmediato de la vida con la muerte. Cristo vive en el vino que nos ofrece el paraíso de sus cielos y sus cruces. Allí lo esperamos. En la puerta. Deseando probar una copa de su espíritu.


Dicen que el vino se añeja
en las botas de madera.
Que su poso se aligera
cuando la umbría lo deja.

Fue en aquella parra vieja
donde la tierra albariza
por los surcos se tapiza
de vendimia y de cosecha.

Es allí donde se estrecha
la uva en color ceniza.

Crece lenta pero crece
bajo el sol que la alimenta.
Piensa su forma, la inventa
sabiendo que olor merece.
En invierno, palidece
la rama que dio la vida.

En primavera, crecida
resurge con su espesor.
Y en Agosto, su color
es de la uva escogida.

De la cabeza a los pies
el mosto entero reposa.

Duerme en forma silenciosa
hasta que altura le des.
Y de frente o del revés
es la andana quien protege
la malla donde se teje
el espíritu del vino
que es el elixir divino
donde nadie se envejece.

En Bodegas Obregón
el negro todo lo inunda.
Es el vino quien redunda
con su extensa variación.
Y su denominación
depende de lo que quieras.

Existen tantas maneras
de ponerse un catavino
que en oloroso o en fino
paso las tardes enteras.
En calle Zarza pretendo
aprender lo que no sé.

Ver eso que no se ve,
ir donde no he ido yendo.
Así siempre me sorprendo
cuando lo veo venir.

Está a punto de partir,
es la voz de la experiencia.
Es la Humildad y paciencia
caminito del morir.
Fronteriza va la puerta
para poder recibirlo.

Quiere por Él conseguirlo
dejando su alma abierta.
Medio viva y medio muerta
la bodega no respira.

Es el vino quien lo mira
para calmarle su sed.
Tiene el Puerto esa merced
mientras la gente suspira.

Hay muerte en sus lagrimales
corriendo a plomo en sus venas.
Centenares de cadenas
que han apresado sus males.
Tiene la piel cardenales
esparcidos por la piel.
Sin tronío ni cuartel
avanza en su moratoria.

Llega subido en la noria
de este enorme capitel.
El vino de la bodega
yace en pesares de luto
reverberando su fruto
a la vez que a Dios le ruega
que Él que es alfa y omega,
se salve de esta penuria.
A su espalda, la centuria
de romanos lo retienen.
Ya espera que lo condenen
entre el azote y la furia.

Tu Madre del Desconsuelo
lleva llorando tu marcha
desde que fuiste pequeño.
Solo le queda llorar,
porque llorando se moja
el suelo que pisarás.

Tu Madre del Desconsuelo
grita al Padre que lo salve
en el dolor de su ruego.
Le traspasan los dolores
Porque en la espalda su hijo,
lleva el odio de los hombres.

Con su pañuelo recoge
la sangre de sus arterias
y su piel que ya es de cobre.

Tu Madre del Desconsuelo
el Jueves Santo recorre
la sinrazón del recuerdo.
Prisionera de un latir
que no concibe su mente.

No puede verte morir
La luna en Ella confunde
las sombras de madrugada
con el velo que la cubre.

Tu Madre del Desconsuelo
lleva en sus labios palabras
que no cesa en su cortejo.

Quiere morirse contigo
pero en el cielo la esperan
más tarde que tu destino.

Tanta humildad y paciencia
no calman todas las ruinas
del juicio que te condena.

Tu Madre del Desconsuelo
desde que sale a que entra
es un puñal de misterio.
Y no lo puede evitar.

Sabe que ya no regresas
y que te van a matar.
Jesús mío, no te apenes…
¡Qué estamos todos contigo!
Tú eres el verde del trigo
y el mejor de nuestros bienes.

Tú que siempre te mantienes
en esa peña abrazado
coge este lazo anudado
para que pueda salvarte
y así Tú puedas quedarte
en el vino consumado.

Pasarán las estaciones
en Bodegas Obregón.
Queda tu transformación
por todos esos rincones
que lloran bajo faldones
recordando tu venida.

Jueves Santo de partida
hasta este mundo irreal.
Jueves Santo al natural
toreando tu cogida.

Allí te quedas Dios mío
sabes que aquella es tu casa
y el tiempo en el vino pasa
como un torrente baldío.

Siente este hondo quejío
cuando te abran la puerta
y si tu amor se despierta
en Bodegas Obregón…

¡El vino en tu corazón
en solera se convierta!

--
Álvaro Carmona López

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