La Democracia se basa en hacer valer los principios de igualdad, respeto, tolerancia y de diversidad de opinión. El Gobierno portuense (PSOE-IU) desde hace un tiempo viene soportando en el cogote la presión que ejerce, no solo ya la oposición en su papel fiscalizador para con los que están en el poder, sino también los diversos colectivos sociales que muestran cada vez de una manera más evidente su malestar ante una gestión con la que no comulgan y no aceptan.
Si el Gobierno del PP-PA halló los encontronazos de los críticos en forma de manifestaciones, recogida de firmas, escraches y acoso firme y constante, al actual se le empieza a semejar en las formas en las que se le señala y confina por parte de los disconformes y los que no comulgan con las políticas continuistas -según estos- del bipartito y que ya se lo recuerdan a pie de calle cada vez que pueden y de una manera enérgica.
Un bipartito que recoge de su misma medicina de los que en su día lo auparon al poder y que no dudan en arrinconar y someter a un Ayuntamiento que no convence ni levanta pasiones.
Las declaraciones de intenciones en forma de pancartas se suceden e incluso ya son los propios concejales los que no dudan en tomar el testigo y la desempolvan para ejercer su oposición dentro del propio Pleno. La continuidad de la calle se cuela dentro del Ayuntamiento.