Cuando llegan unas elecciones, no previstas, en el calendario de convocatorias a las urnas, como las de la Comunidad de Madrid, nos encontramos ante un examen de todas las fuerzas políticas. Son unas elecciones “por si acaso”. Por si acaso le ponían una moción de censura al gobierno popular de Madrid -no hay ningún dato objetivo que así lo acredite-; por si acaso se conseguía que desapareciera Ciudadanos del campo electoral del centro-derecha -una fuerza menos, ya sólo quedaría Vox como competidor/aliado del Partido Popular; por si acaso el PP de Madrid aprovechaba la oportunidad para alcanzar una mayoría absoluta o, al menos, una mayoría suficiente para gobernar en solitario.
Esos interrogantes son los que se van a jugar en el tablero de la política nacional. Por orden, primero, el afianzamiento de la carrera política de Isabel Díaz Ayuso como lideresa de un proyecto más a la derecha del PP, condicionando y escorando -más aún- a Pablo Casado, convertido en un títere político de la estrategia de su colaboradora nominal pero rival interna, Díaz Ayuso. Con el mismo rol que jugó su mentora Esperanza Aguirre en relación con Mariano Rajoy. Amagó pero nunca se atrevió finalmente a plantearle la batalla en campo abierto. Segundo, la existencia de Ciudadanos como organización política viable, independiente, basculante entre derecha e izquierda, como los partidos liberales europeos, según la conveniencia política del momento y a resultas del partido ganador en cada escenario. Ello es obligado tras el estruendoso error de Albert Rivera cuando se negó a un gobierno con el PSOE, para el que había 180 diputados, se fue a la Plaza de Colón y a él le costó una sonada dimisión, tras la debacle de su partido y obligó al PSOE a otras alianzas. Tercero, se ha producido una mini crisis de gobierno, por la salida de Pablo Iglesias del ejecutivo y un cambio de liderazgo en Ciudadanos con un candidato solvente, Edmundo Bal, pero de un partido dinamitado por Rivera y Fran Hervías, que ha implosionado la parte que ha podido de su partido. Más Madrid apuesta en una confiable Mónica García. El PSOE ha seguido con Gabilondo -“soso, serio y formal” según su propaganda, que ganó las anteriores elecciones pero sin posibilidad de formar gobierno.
Madrid ha tomado el relevo del agitado mapa político catalán. Polarización sin independentismo.