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Lunes 11/11/2024
 

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Con dos ofertas... los liberales afrontan una decisión histórica

Con dos tentadoras ofertas sobre la mesa, de conservadores y laboristas, el Partido Liberal Demócrata de Nick Clegg afronta una decisión histórica que podría abrirle las puertas del Gobierno por primera vez desde su refundación en 1988.

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Con dos tentadoras ofertas sobre la mesa, de conservadores y laboristas, el Partido Liberal Demócrata de Nick Clegg afronta una decisión histórica que podría abrirle las puertas del Gobierno por primera vez desde su refundación en 1988.

Ante la ausencia de una mayoría absoluta parlamentaria tras las elecciones generales de este jueves en el Reino Unido, Clegg tiene la llave para ayudar a gobernar a cualquiera de las dos formaciones dominantes.

Con 649 de 650 escaños ya asignados –el último se disputará el 27 de mayo por la muerte de un candidato–, el Partido Conservador de David Cameron es el ganador sin mayoría en los comicios británicos, con 306 escaños, frente a los 258 de los laboristas y 57 de los liberales.

Aun contando con el voto de los unionistas de Irlanda del Norte y de otros partidos minoritarios, los tories no llegan a los 326 escaños que les darían la mayoría en la Cámara de los Comunes.

Lo mismo les sucede a los laboristas, que necesitarían a la formación de Clegg, más algún escaño de los partidos nacionalistas de Escocia y Gales, para seguir en el poder. Así las cosas, el Partido Liberal Demócrata se convierte en la pieza clave para garantizar la estabilidad parlamentaria en el país, pese a que su resultado electoral –con una pérdida de cinco escaños– está muy por debajo de las expectativas creadas tras el aumento de la popularidad de su líder a raíz de los debates electorales.

Según la Constitución no escrita británica, el primer ministro gobernante, en este caso Gordon Brown, tiene la prerrogativa, aunque no haya ganado los comicios, de tratar de formar gobierno en caso de que no haya mayoría parlamentaria clara, a fin de asegurar la estabilidad del Reino.

De ahí que ayer Brown propusiera a los liberal demócratas iniciar negociaciones en base a los temas que les unen, como, según dijo, la gestión de la crisis económica y la reforma del sistema electoral para hacerlo más proporcional, vieja reivindicación de los LibDem. Reconoció, no obstante, el derecho de Clegg a hablar primero con el legítimo ganador de las elecciones, tanto en número de escaños como en porcentaje de votos, David Cameron.

Clegg, todavía recuperándose de la decepción por su caída en las urnas, pese a obtener el 23% de los votos, tiene ante sí dos opciones atractivas pero que conllevan un alto riesgo político.

Si opta por la oferta de Cameron, se enfrenta al reto de convencer a su partido y al electorado de la viabilidad de un pacto con una formación con la que tienen menos cosas en común de las que los separan.

Por otra parte, la oferta laborista plantea la dificultad de qué hacer con la figura de Gordon Brown, derrotado en los comicios, con poco apoyo dentro de su propio partido y sobre quien Clegg ya dijo durante la campaña que no le querría para formar gobierno.

Para el Partido Liberal Demócrata, surgido a finales de los 80 de la fusión del antiguo Partido Liberal con una escisión del laborismo, jugar bien su baza significa llegar a gobernar, algo que difícilmente conseguirá en solitario debido al particular sistema electoral británico, que favorece el bipartidismo.

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