Para llegar a la Moncloa necesita poner de acuerdo a dos actores incompatibles: Vox y PNV
Alberto Núñez Feijóo lidiará con el escenario que Mariano Rajoy evitó en enero de 2016, el de una investidura fallida, a la que el líder del PP llega con el encargo del rey Felipe VI, pese a no tener apoyos suficientes.
Desde la noche electoral, Feijóo reivindicó su derecho y su deber de intentar formar gobierno como vencedor en las urnas, a pesar de que para llegar a la Moncloa necesita poner de acuerdo a dos actores incompatibles: Vox y el PNV.
El mes transcurrido evidencia la extrema complejidad de un camino por ahora sin salida. Feijóo tiene 172 apoyos y sigue necesitando cuatro votos más para alcanzar la mayoría absoluta: depende del sí del PNV o de la abstención de JxCat.
A los 137 escaños de su partido, ha sumado al diputado de UPN, Alberto Catalán, a la representante de Coalición Canaria, Cristina Valido, y a los 33 diputados de Vox, aunque en medio de un choque con el partido de Santiago Abascal, que ahora busca solventar.
Del PNV solo ha recibido un portazo, hasta el punto de que menos de 24 horas después de las elecciones el presidente de esta formación, Andoni Ortuzar, le comunicó que su partido no quería sentarse a negociar. En el PP no tiran la toalla ni renuncian a convencerles.
Cuando los escenarios más probables son un gobierno de Pedro Sánchez o una repetición electoral, Feijóo defiende que como candidato más votado debe intentar formar gobierno porque "dejar huérfano este deseo de pasar página sería una irresponsabilidad".
La situación es endiablada. En este mes, Feijóo se ha anotado una derrota parlamentaria al no lograr la Presidencia del Congreso, que recayó en el PSOE, mientras quedaban subrayadas sus diferencias con Abascal.
Vox se desligó del PP y votó a su propio candidato tras comprobar que no tendría un puesto en la Mesa, lo que dejó a la popular Cuca Gamarra con solo 139 apoyos, que llevaron a la izquierda a proclamar la soledad de Feijóo.
El enfrentamiento enrareció aún más una victoria electoral amarga, aunque "in extremis" ambos han buscado corregirlo. Abascal ha pedido un reconocimiento público a Vox y no hacer cordones solitarios, y el líder del PP ha agradecido el apoyo sin exigencias de una fuerza con 33 escaños y con la que cogobierna en cuatro autonomías.
Feijóo ha defendido que las "discrepancias y malos entendidos" han quedado resueltos en una conversación con Abascal, pero está por ver cómo evoluciona esta relación tensa, que planea además sobre la Región de Murcia, que se encamina hacia nuevas elecciones si ambos no llegan a un acuerdo antes del próximo 7 de septiembre.
Por otra parte, el debate de investidura desmontará la defensa que Feijóo hace sobre que en democracia debe gobernar la fuerza más votada, porque el hemiciclo mostrará como en un sistema parlamentario gobierna quien tiene más síes que noes.
Feijóo se enfrenta al peligro de desgastarse, como ha subrayado su rival, Pedro Sánchez, que le ha advertido de que puede "darse de bruces con una realidad emanada de la voluntad popular" por tercera vez.
El PP y su líder han defendido que su responsabilidad es mostrar su proyecto para España, en oposición del que ofrecen Pedro Sánchez en coalición con Yolanda Díaz con el apoyo imprescindible de los partidos nacionalistas e independentistas vascos y catalanes.
En un contexto de decepción y ruido por el resultado electoral, Feijóo ha recibido el respaldo público de pesos pesados como los presidentes de la Junta de Andalucía y de la Comunidad de Madrid, Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso, respectivamente, que han expresado su confianza en el gallego aún en caso de repetición electoral.
Como han recordado en Génova después de que su líder no lograse el 23J cumplir con la expectativa de lograr una mayoría clara junto a Vox, ningún candidato del PP ha logrado ser presidente del Gobierno en la primera convocatoria electoral a la que se presentaba.
Tiene además otro precedente: Mariano Rajoy. Aunque en enero de 2016 declinó ir a una investidura fallida, sí lo hizo en agosto de aquel año, tras la repetición electoral de junio. Entonces, su candidatura fue rechazada, pero prosperó un mes más tarde, cuando el PSOE expulsó a Pedro Sánchez del liderazgo y pasó del no es no a la abstención.