El apagón, que afecta al 80% de los hogares en la franja, donde viven 1,5 millones de palestinos, se debe a la falta de combustible en la única planta eléctrica de esa zona, a causa del bloqueo israelí.
Efe pudo constatar que una buena parte de la ciudad de Gaza y barrios periféricos están a oscuras, y según distintas valoraciones cerca de un millón de habitantes podrían estar sin electricidad.
Gaza consume la producción de esa planta y la electricidad que provee una línea israelí de alta tensión que llega desde el norte, aunque según el subdirector de la central, Kanaan Uneid, también se ha reducido en las últimas horas la que entra desde Israel.
En los últimos tres días Israel no ha permitido el ingreso de fuel en respuesta a los cohetes disparados desde la franja, una política que aplica desde que entró en vigor el alto el fuego del 19 de junio.
Los pasos comerciales vuelven a reabrirse a las 24 horas de calma y a cerrarse de nuevo, por el mismo periodo, cuando es disparado algún cohete.
Poco antes del apagón, miles de palestinos celebraron en la plaza Katiba el vigésimo primer aniversario de la fundación de Hamas, en la que el líder del movimiento islamista y gobernante de facto, Ismail Haniye, no reveló sus intenciones sobre el futuro del alto el fuego, que en la práctica concluye el jueves.
Haniye resaltó que los demás grupos le dan una respuesta negativa “porque el asedio continúa, las agresiones continúan y la calma no ha sido extendida a Cisjordania”.
Más de 350.000 palestinos, según los organizadores, se concentraron para expresar su apoyo a un movimiento que fue creado al comenzar la primera Intifada, en 1987, como extensión de los Hermanos Musulmanes de Egipto.
El movimiento religioso islamista contó al principio con un cierto respaldo de Israel, que vio en él un contrapeso a las aspiraciones nacionalistas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), por aquella época ilegalizado por el Estado judío.