Escribía ayer David Gistau en El Mundo que “si hay dos palabras que no combinan con naturalidad son Zapatero y futuro; como Berlusconi y castidad”. De hecho, dentro del propio partido ya hay quien ha dejado de combinar la primera opción, pese a que la convención socialista de este pasado fin de semana eligiese el sustantivo “futuro” como parte del slogan -o, quién sabe, tal vez por ese mismo motivo-. Lo que a nadie escapa a estas alturas es que el debate está instalado en el seno del partido y ya nadie se corta al confirmar públicamente de qué lado está o que, simplemente, hay división de opiniones al respecto. Que determinados referentes del partido hayan reconocido ya sus preferencias de cara al futuro, y que entre las mismas no se encuentre el actual secretario general del PSOE, no es más que el significativo precedente de que Rodríguez Zapatero puede tener las horas contadas y, de paso, sumarse a la corte de privilegiados que ahora forman González y Aznar.