El rey Alberto II de Bélgica encargó ayer al actual presidente de la Cámara de diputados, el democristiano flamenco Herman Van Rompuy, la tarea de formar gobierno.
El rey Alberto II de Bélgica encargó ayer al actual presidente de la Cámara de diputados, el democristiano flamenco Herman Van Rompuy, la tarea de formar gobierno.
Nueve días después de la dimisión del primer ministro Yves Leterme, Bélgica parece haber encontrado la salida a una crisis política inesperada y podría cumplir el objetivo de entrar en el nuevo año con un gobierno reconstituido y estable.
El nombre de Van Rompuy figuraba desde el principio en las quinielas para suceder a Leterme, pero hasta hoy siempre había rechazado la posibilidad de dejar la presidencia del parlamento.
Todo indica que la buena gestión esta última semana del “explorador” real Wilfried Martens y la conversación mantenida ayer mismo con el rey Alberto han terminado por convencer a Van Rompuy de que la oferta era irrenunciable.
Respetado por su moderación y discreción, el “formador” no tendrá grandes dificultades, según la mayoría de los analistas, para constituir rápidamente un gabinete que permita a Bélgica afrontar los enormes desafíos políticos, económicos y sociales que se avecinan.
Antes del anuncio del encargo, el rey Alberto recibió ayer en audiencia en su residencia del Palacio de Laeken primero a Martens, que le transmitió el resultado final de sus gestiones, y después a Van Rompuy.
En una semana de contactos Martens había logrado un acuerdo entre los cinco socios de la actual coalición gubernamental –los democristianos CD&V y CdH, los liberales Open VLD y MR, y los socialistas francófonos (PS)– sobre los requisitos para una salida rápida de la crisis.
En primer lugar, la coalición saliente debía ser mantenida; segundo, el nuevo primer ministro tenía que salir de las filas del CD&V, el partido de Leterme ganador de las elecciones de 2007; y tercero, el nuevo Ejecutivo debería agotar la legislatura (2011).
Si estos principios se respetan, el nuevo gobierno belga podría consistir en la repetición del anterior, con Van Rompuy como primer ministro y un nuevo ministro de Justicia, dado que el saliente presentó su dimisión individual –lo mismo que Leterme– el pasado 19 de diciembre a raíz del escándalo Fortis.