La verdadera riqueza económica de un país está basada en los recursos naturales: la pesca, la ganadería, la minería, la agricultura. Son los pilares propios de un pueblo, la parte productora, a la que se llama sector primario. En el mundo civilizado tiende a disminuir, a desaparecer este sector primario, que es el verdadero erario, tesoro de las gentes. La economía de las naciones desarrolladas se basa en el movimiento del dinero, en la especulación, que en verdad es una inflación de la verdadera riqueza, una mentira adornada de bolsa y macroeconomía.
Hemos descuidado estos valores auténticos de la materia prima. Muchas familias han dejado el campo y su actividad por el espejuelo del progreso económico de la ciudad, han cambiado el cultivo por la supuesta cultura del bienestar.
A la vida de las personas le ha pasado algo paralelo a lo económico. Hemos abandonado el sector primario de la vida, esa parte productiva natural que tienen los pueblos, que es motor de la sociedad, donde se genera toda la riqueza humana. A la vida de las personas le ha pasado lo que a la economía, se ha quedado sin origen y por tanto sin frutos: como un árbol frutal acarpo.
Si no cuidamos en la economía el sector primario no generamos riqueza, como estamos viendo en Occidente, que nos hemos dedicado a los sectores secundarios y terciarios, porque el sector primario de la economía exige un esfuerzo y una dedicación plena que no estamos dispuestos a soportar. Así nos va…
En el aspecto más antropológico nos está pasando lo mismo, estamos descuidando el sector primario y productivo de los pueblos y de las naciones. Esta economía humana se desarrolla a través del matrimonio y de la familia que este genera. No se puede crear riqueza fuera del matrimonio y de la familia, sino es inventando sucedáneos inertes. La vida está en crisis como la economía porque se aceptan las malformaciones sociales.
La mentalidad antinatalista que llevamos desde los años 50 y que todavía es animada hasta por gente supuestamente sensata (médicos, curas, orientadores familiares) estropea el matrimonio como fuente de la vida, hemos descuidado la generación de riqueza a base de alternativas infecundas que nada tienen que ver con el sector primario de la economía vital.
No se puede construir una economía tan sólo con el movimiento del dinero sin que haya una correspondencia de bienes que traduzcan esa riqueza. No se puede construir una sociedad tan sólo con el devaneo de teorías sin correspondencia con la verdadera vida de las personas. La sociedad necesita forjarse de fundamentos sólidos, como son una economía productiva y una red de familias sanas y generosas. El domingo pasado celebramos el día de la Familia que nos propone una reflexión sobre la crisis económica y la crisis de los verdaderos recursos humanos de la sociedad.