A la gran mayoría de los jienenses no se nos ha olvidado, a pesar de que ocurriera hace algo más de dos años, concretamente el 12 de octubre de 2006, la muerte de la joven profesora sevillana Rocío Estepa, una nueva víctima mortal de la violencia de género. Y no se ha olvidado porque ha sido uno de los sucesos que más conmocionaron a la opinión pública, por varias razones, pero sobre todo por tratarse de una chica joven y llena de vida; también por las circunstancias en que se produjo el homicidio, con la sangre fría de un cruel estrangulamiento; a lo que se añade que se producía en el pórtico de una feria de San Lucas de la ciudad y nos quitó las ganas de enfrentarnos a la fiesta con tanto dolor, rabia e impotencia como eran el sentir generalizado. Todavía recordamos la movilización popular en torno a este caso, la página web que a los pocos días de la tragedia empezó a recibir muestras continuadas de solidaridad y multitud de testimonios, por lo que seguramente, en la historia de la violencia de género, por lo menos en lo que respecta a nuestro ámbito, ha sido el hecho de una mayor trascendencia pública y mediática. Si cada acto de este tipo es execrable, éste ocurrido en el Puente Tablas fue un mazazo muy especial, por tanto, ahora que el presunto autor del homicidio se enfrenta al juicio y se sienta en el banquillo, lo que hay que esperar es que sobre él caiga todo el peso de la ley y pague en prisión el delito de haber truncado tantos proyectos e ilusiones de una mujer que tenía toda la vida por delante. Ayer, el acusado, el argentino que convivía con Rocío, tuvo unas declaraciones que vienen a confirmar la personalidad de muchos maltratadores, pues se creen con todo el derecho sobre sus víctimas, incluso a decidir sobre sus vidas. La sociedad jienense lo que espera es que se haga justicia para que al menos sintamos esa tranquilizadora sensación cada vez que el nombre de Rocío vuelva a nuestro recuerdo.
Este juicio se celebra a pocos días de la conmemoración del día de la violencia de género, por lo que de algún modo debería servir para que al menos en esta ocasión, desde los organismos y colectivos que trabajan en primera línea contra esta plaga, tengan en cuenta el caso de Rocío para tener un referente, y para que sirva de impulso en una tarea en la que no se puede bajar la guardia porque ya vemos que es una lacra que sigue su curso y que por desgracia está dejando muchas vidas en el camino, y en cualquier momento, por desgracia, nos puede tocar a nosotros, porque las denuncias por violencia de género no sólo no disminuyen sino que para nuestro asombro, y por doloroso que resulte, están a la orden del día, y crea situaciones de desesperación en muchas mujeres, razón por la cual apoyamos todas las medidas para frenar a los violentos y mostramos nuestra más sincera expresión de solidaridad a todas las mujeres que sufren estos episodios, porque continuamente nos están interpelando sobre este fenómeno social de historia tan negra y que ha llegado demasiado lejos.