El PSOE ha resuelto este año una de las peores crisis de su historia con unas primarias en las que el abanderado del 'no es no' a la investidura de Rajoy, Pedro Sánchez, arrasó a su eterna rival, la andaluza Susana Díaz, en nombre de un proyecto de izquierdas, que reconoce la España plurinacional y con el que ha terminado apoyando la aplicación del 155 en Cataluña.
Sánchez, que empezó 2017 sin cargo, sin escaño y defenestrado por barones y referentes históricos de su partido, lo termina ostentando un liderazgo que nadie cuestiona, como tampoco su legitimidad para ser candidato a la Moncloa.
Las elecciones catalanas del 21 de diciembre han supuesto, no obstante, un aldabonazo para él, ya que el resultado del PSC se ha situado muy por debajo de las expectativas tanto de Miquel Iceta, con quien Sánchez mantiene buena sintonía, como de la dirección del PSOE.
Con el 14 % de los votos y 17 escaños, los socialistas catalanes han mejorado su resultado de hace dos años -el peor de su historia, cuando bajaron de 20 a 16 diputados-, pero por la mínima y mucho menos de lo que todos esperaban en Ferraz y vaticinaban la mayoría de las encuestas.
Así, lejos de conseguir el espaldarazo que esperaba, el secretario general acaba el año con un gran toque de atención en su primer examen electoral a los seis meses de su reelección en el 39 Congreso.
En él el PSOE asumió, con un respaldo casi unánime, el proyecto político con el Sánchez había ganado un mes antes las primarias, incluida su controvertida idea de "perfeccionar el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado" en el marco de una reforma constitucional federal.
El 39 Congreso del PSOE, que se celebró en Madrid el 16 y 17 de junio bajo el lema "Somos la Izquierda", evidenció a partes iguales la satisfacción del PSC y el disgusto del sector liderado por la presidenta andaluza, Susana Díaz, que consideró la plurinacionalidad un "error histórico".
La reunión de apenas unos minutos que mantuvieron Sánchez y Díaz en ese congreso, de la que la andaluza salió visiblemente desencajada, fue una de las imágenes de un cónclave de ambiente tenso y frío, con constantes llamadas a la unidad por parte de los nuevos dirigentes del PSOE.
A esas llamadas se sumó el otro perdedor de las primarias, el exlehendakari Patxi López, al que Sánchez terminó integrando en la nueva dirección, como también hizo con uno de los barones críticos, el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara.
Salvo esos dos casos, Sánchez confeccionó una ejecutiva con personas de su máxima confianza y eligió al tándem que tanto le había ayudado en su candidatura a las primarias, el formado por la asturiana Adriana Lastra y el valenciano José Luis Ábalos, para dirigir junto a él lo que llamaron el "nuevo" PSOE.
El resultado con el que Sánchez ganó las primarias y recuperó las riendas de su partido siete meses después de su dimisión fue abrumador, ya que obtuvo el apoyo de más de la mitad de los afiliados y sacó diez puntos de ventaja a Díaz, que solo ganó en Andalucía y que, a diferencia de él, obtuvo menos votos que avales.
La decisión de la gestora que presidió el asturiano Javier Fernández de esperar más de medio año para que los militantes votaran, con el fin de que bajaran los ánimos crispados en las agrupaciones por la guerra interna, no consiguió su objetivo y la larga precampaña fue enconada y fuertemente polarizada entre los partidarios de Sánchez y Díaz.
Él se autoproclamó el candidato de las bases, mientras que ella era la favorita del aparato y López se dirigía a los socialistas "hartos de tanta división".
Sánchez, que obtuvo el 50,21 % de los votos, frente al 39,94 % de Díaz y el 9,85 % de Patxi López, con una participación histórica de más del 80 %, coronó a finales de junio su relato épico aclamado por unos 8.000 militantes y con el propósito de "comerle la merienda" a Pablo Iglesias con su nuevo proyecto de izquierdas.
Los acontecimientos en Cataluña, sin embargo, trastocaron sus planes y la agenda social con la que el líder del PSOE pretendía erigirse como la auténtica alternativa de izquierdas al Gobierno de Rajoy quedó eclipsada en la segunda mitad del año por el debate territorial.
A principios de noviembre el lema del PSOE cambió de "Somos la Izquierda" a "Ahora, tu país", en defensa de la unidad de España.
Para entonces, Sánchez ya no hablaba de plurinacionalidad; aseguraba que su relación con el presidente estaba "normalizada" y era "cordial", y su papel a la hora de apoyar al Gobierno en la aplicación del artículo 155 merecía el reconocimiento del propio Rajoy.
Los socialistas, que acordaron con el Ejecutivo del PP un 155 "corto" y que sirviera para convocar elecciones, intentaron con ahínco evitar su aplicación, de la mano del PSC y apelando al diálogo hasta el último minuto, con su enmienda en el Senado para paralizarlo, si Carles Puigdemont convocaba elecciones.
No lo consiguieron, pero a cambio Sánchez asegura que en la noche del 10 de octubre obtuvo el compromiso de Rajoy de abrir la reforma constitucional una vez que se cerrara la comisión de estudio sobre el Estado autonómico, impulsada en el Congreso por el PSOE como vía de diálogo para el problema catalán.
Sin representación en principio de Unidos Podemos y los partidos nacionalistas, esa comisión empezará sus trabajos en enero y emitirá su dictamen en junio, por lo que el líder del PSOE sitúa en septiembre de 2018 el comienzo de la subcomisión de reforma constitucional, en la que los socialistas llevan cuatro años y medio confiando como solución a la crisis territorial y política que vive España.