En un sermón con motivo de la oración comunitaria del viernes, la máxima autoridad iraní insistió en que la crítica es tolerable, siempre y cuando se respeten unos límites.
“Hacer frente al sistema y levantar la espada contra él, tendrá una dura respuesta”, afirmó Jameneí, quien ayer pronunció la prédica con motivo de la conmemoración del fallecimiento, hace casi 1.400 años, del Imán Ali, fundador del chiismo.
“Si alguien se levanta contra los pilares del sistema y viola la seguridad del pueblo, el sistema se verá obligado a actuar”, insistió durante su discurso, televisado en directo y al que asistió el discutido presidente, Mahmud Ahmadineyad.
Esta es la segunda vez que el líder supremo de la revolución iraní se sube este año al púlpito de la mezquita de la Universidad de Teherán, considerada la principal tribuna política del país.
La primera fue el pasado 19 de junio, una semana después de que se anunciara la polémica reelección de Ahmadineyad, calificada por la oposición de fraudulenta.
En aquella excepcional ocasión, Jameneí utilizó la tribuna para respaldar el triunfo del mandatario ultraconservador y para advertir también a la oposición de que actuaría con dureza si proseguía con las protestas y los disturbios y amenazaba con ello los pilares del sistema.
Alrededor de una treintena de personas murieron –según cifras oficiales– y cerca de 4.000 fueron arrestadas durante la revuelta postelectoral.
La oposición reformista eleva a 72 el número de víctimas mortales y denuncia torturas y violaciones en las cárceles.
