A esta hora, Pilar lleva casi media jornada de trabajo en una residencia de mayores madrileña y ha visto cómo en solo unos días el coronavirus ha atacado sin piedad a cuatro ancianos. "El virus actúa muy rápido, en 24 o 48 horas".
Pilar, de 32 años, es enfermera. De siete de la mañana a dos de la tarde cura desde hace ocho años a los mayores de la residencia pública del Ensanche de Vallecas, en Madrid, y otras diez tardes al mes trabaja en el hospital Beata María.
"A mí claro que me gusta mi trabajo, lo adoro, lo vivo, es vocacional, pero esto...". El Covid-19 lo ha cambiado todo y ahora, dice, ya no entra a trabajar igual: "Vengo como un poco resignada porque no siento que se nos está valorando".
Cree que el personal de residencias de mayores debería estar mejor pagado en estos momentos. "No sé, un plus de peligrosidad".
Lo dice porque sabe que la enfermedad se está cebando en las residencias y de que sus trabajadores también están en primera línea de exposición al contagio. "Está pasando en todas los centros, hay mucho brote y hay compañeros de baja".
En la suya, dice, una abuela estaba "perfectamente" el domingo y murió ayer. Otros tres lo han hecho en la última semana. "El coronavirus es muy muy rápido", asegura a Efe.
La residencia pública del Ensanche tiene a 160 ancianos en sus habitaciones, distribuidos en tres plantas en función de su deterioro cognitivo.
Todos están aislados y todos superan los 60 años, aunque son muchos los octogenarios y algunos ya muy dependientes, sobre todo los 48 de la planta más alta, la tercera. "Son los que están peor, con alzheimer, ictus, los que no se valen ya casi nada por sí mismos".
En esta planta pasa su jornada Pilar, enfundada en los que considera unos "pobres medios de protección": una bata de celulosa, unos guantes, una mascarilla y unas gafas.
Así, entra en cada una de estas 48 habitaciones para suministrar medicación y hacer curas de úlceras o heridas a los residentes. Algunos presentan síntomas de fiebre y tos.
Los 17 ancianos con coronavirus muertos en otra residencia de la capital, además de que se hayan conocido otros brotes de la epidemia en más residencias de distintos puntos de España ha puesto lógicamente muy nerviosos a los familiares.
"Llaman y no les podemos atender a todos a la vez, es muy angustioso y estresante", reconoce a Efe Pilar, que cuenta que son solo 16 personas para atender por la mañana a los ancianos, 11 trabajadores por la tarde y cinco por la noche.
También desagradable está siendo la gestión con los que están mas enfermos. "Llamamos al hospital Infanta Leonor y no te derivan a nadie, ni viene ninguna ambulancia", denuncia Pilar, antes de relatar que cuando han muerto los abuelos, es la funeraria la que ha acudido a la residencia y la que ha hablado con la familia para que supieran el protocolo.
Pilar vive cerca de la residencia. Cuando acaba su turno, se quita con cuidado todo el equipo y lo deja en la residencia. En casa, le esperan su madre y una niña de 5 años, a las que no se aproxima hasta que no se ha duchado y ha dejado su ropa de calle dentro de la lavadora.
"Yo no tengo miedo de contagiarme, lo que no quiero es que lo pillen en casa. De eso si tengo miedo, de poder ser portadora, no tener síntomas y de que entre en casa", confiesa Pilar.
Explica que los que, como ella, están en contacto a diario con enfermos, se inmunizan en ocasiones a virus. "Yo si mi hija trae una gastroenteritis del cole, nunca la cojo".
El coronavirus puede ser igual y ese es su miedo: "Igual no me entero y contagio a mi madre".
España
Pilar, enfermera en una residencia: "El virus ataca sin piedad"
El Covid-19 lo ha cambiado todo y ahora, dice, ya no entra a trabajar igual: "Vengo como un poco resignada porque no siento que se nos está valorando"
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