El desasosiego que sufre la sociedad ante esta pandemia sobrevenida que está trayendo tanto sufrimiento y muerte es el caldo de cultivo ideal para las inquietudes espirituales y buscar en la religión respuestas a la incertidumbre existencial, han explicado expertos y religiosos.
Pero, ¿aumentará la fe y el número de creyentes a consecuencia del coronavirus?
Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (SIC), en España ya residen más ateos, agnósticos o no creyentes que católicos practicantes (el 29,1 % frente al 22,7 %). Sin embargo, el pasado 27 de marzo, cuando el papa se mostraba ante la gran plaza de San Pedro del Vaticano totalmente vacía para bendecir al mundo ante el sufrimiento por la expansión del coronavirus, más de un millón de fieles en España lo veían desde su televisor.
"La importancia de la religión en estos casos de crisis es efectiva en términos psicológicos y sociales, más que para parar el virus. Pero esa efectividad social y psicológica es tan necesaria como la médica", ha afirma Elisenda Ardèvol, doctora en Antropología y profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
La razón es que nos ayuda ante situaciones que no somos capaces de controlar, como explica el doctor en Sociología Francesc Núñez, también profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la misma universidad a distancia y de la que era director de estudios el ministro de Universidades Manuel Castells.
"La religión es, en buena medida, una serie de prácticas de dominación de la contingencia. Es un conjunto de maneras, de formas de hacer algo para controlar eso que no está en manos de nadie, que es precisamente lo que odiamos los modernos: el accidente, el azar", ha apuntado Nuñez.
Y ha añadido: "ahora que la humanidad entera está sometida a un fenómeno que ni los dioses modernos de la ciencia pueden controlar, recurrimos a eso que conocemos por formación o experiencia religiosa, pidiendo la intermediación. Y como la catástrofe es mucho más grande, es más grande también la reacción".
Por su parte, el rector del Ateneo Universitario de San Paciano en Tarragona, Arman Puig, experto en la Biblia y autor de la biografía de Jesús, ha explicado a Efe que las religiones tienen un "papel que jugar" en cómo repensamos un mundo "que ya antes del coronavirus daba muestras de agotamiento".
"Hablando en términos bíblicos, el mundo ha pecado sobre todo de arrogancia e individualismo como formas habituales de vida, así como de abusos en el uso de bienes por unos pocos", ha señalado.
Puig ha destacado lo acertado que estuvo el Papa Francisco cuando se refirió a la historia de la Torre de Babel.
"Los hombres decidieron construir una torre que llegase hasta el cielo porque entonces conseguirían fama imperecedera. Parece una anécdota pero es paradigma de nuestro tiempo porque resulta que a lo mejor hemos querido construir una civilización que se creyera sin limites pero la COVID-19 nos ha enseñado que sí los tenemos", ha dicho.
Para Puig, la religión cristiana, como el resto, debería convertirse en este contexto "en factor de cohesión para un mundo nuevo donde primen el amor y la solidaridad", principios que ha destacado son materia prima de todos los credos que no se han pervertido por "absurdos enfrentamientos".
Por su parte, el líder del Consell evangelista de Cataluña, Guillem Correa, ha señalado que "se puede intuir estos días que esta situación va a llevar a mucha gente a repensar varios aspectos de su vida y muchos que hasta ahora no se lo habían planteado, estamos seguros, volverán a valorar su dimensión espiritual y buscaran una respuesta de fe para encontrar sentido y propósito a su existencia".
Desde el judaísmo, Fernando Rosentgberg, director institucional de la comunidad israelí de Barcelona, ha afirmado a Efe que esta crisis nos hace darnos cuenta de "lo frágil que es todo", lo que ha motivado "que mucha gente se haya volcado en la religión para buscar respuestas".
"Pero es un análisis subjetivo. Es verdad que hay más gente conectándose a las videoconferencias de servicios religiosos, pero también es cierto que la gente no sale de casa y tiene más tiempo libre", ha añadido.