A la sombra de un imperio que se desmorona, Susana Díaz, vestida de cebra, la pasada semana, resistía el acecho amenazante de depredadores propios y ajenos. Que el control de la gestora del Psoe de Huelva se le escapara, por obra y gracia de Ferraz, no sorprendió a nadie. Felipe Sicilia, horas después, a través de los micrófonos de Radio Sevilla, encaramado en las alturas orgánicas de un globo sonda, consentida e inequívocamente, sanchista, se atrevía a relacionar una serie de alternativas plausibles al liderazgo obsolescente de la trianera -María Jesús Montero, Alfonso Rguez. Gómez de Celis, Juan Espadas, Ángeles Férriz…-, confirmando así que su reciente postulación no era un gesto individual sino una operación en toda regla. Noviembre es el mes de los presupuestos, de la discusión y aprobación de unas cuentas para el año que viene destinadas a revalidar propósitos de estabilidad gubernamental o, en su defecto, condenar a sus impulsores a la prórroga del cuestionamiento. Cuando Moreno Bonilla tenía abrochado el apoyo de Vox, merced a las buenas artes negociadoras de Juan Bravo, el recurso discursivo de Susana consistió en erigirse en abogada defensora de Pedro Sánchez, al negar que los socialistas buscasen en el Congreso los votos del brazo político de la extinta Eta, en contraste con el renovado acuerdo del Ejecutivo andaluz con los “herederos del franquismo”. La argucia provocó la irascible reacción del portavoz ultraderechista, Alejandro Hernández, que terminó faltando gravemente al respeto a la presidenta de la Cámara, Marta Bosquet, evidenciando que la mayoría que sostiene a Juanma está basada en la capacidad malabarística del PP-A para que su mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. Y las costuras, casi siempre, a punto de estallar. Una suerte de ménage à trois, permisible/admisible para una caverna que toca a rebato, en Madrid, sin embargo, en cuanto el Psoe deja que Podemos se suelte mínimamente la coleta con los independentistas. La ley del embudo. Estrecho para ti, ancho para mí. ¿O es que, acaso, ninguno de los que protestó, ayer, desde Ifeja, por la Ley educativa Celaá se acuerda de la falta de consenso con que se gestó la Ley Wert?
De Sevilla a Jaén, sólo hay un paso. Dos horas y media, mal contadas. Las que terminarán acortándose, por Fuerte del Rey, hacia Andújar, si nos atenemos al proyecto presupuestario pergeñado para 2021, mientras se sigue sin desempolvar la vieja demanda del desdoblamiento ‘Torredonjimeno-El Carpio’. Algo tendrá que decir a propósito, pronto, el combativo alcalde de Porcuna, hoy coordinador provincial de Cs, Miguel Moreno. Un trayecto, de Sevilla a Jaén, que, me jura y perjura, no ha hecho el senador Javier Márquez desde antes de la pandemia. O sea. Cuqui, para reafirmar su adhesión a Juan Bravo, no ha tenido que ir a Sevilla, ni calentar la silla. Ni siquiera cuando sube y baja a Madrid, en el mismo día, se entretiene en hacerse el encontradizo con Teo García Egea o Pablo Casado. Ve a Javier Maroto, y por exigencias del guion de la Cámara Alta. Cuqui remarca que el cuquismo no existe, que no es una corriente ni nada que se parezca. Una cosa es el telefonazo, o la videollamada, y otra, bien distinta, el desplazamiento físico. Y, en ese aspecto, entiendo la oportuna precisión que me hace Javier Márquez. Los supervivientes de su lista electoral, una candidatura hecha para gobernar, no para penar en el rincón de pensar, se quejan amargamente de que apenas han accedido a un par de asignaciones mensuales de grupo. Retraso similar, todo hay que decirlo, al que la que sufría el Psoe en la oposición. Donde las dan, las toman, aunque las comparaciones, que diría Antonio Losa, suelen ser odiosas. Irritación, y hasta llantos, por la lentitud procedimental extrema de la comisión de investigación del ‘World Pádel Tour’. El Gobierno local asiste esta semana al juicio de Onda Jaén como el estudiante que aguarda un cate inmerecido. El jueves, asimismo, pleno de presupuestos en Diputación. El portavoz del PP en el palacio de San Francisco, Miguel Contreras, por cierto, el miércoles, retornaba a la escena consistorial, de la que salió trasquilado hace ahora año y medio por culpa de Cuqui, reclamando, junto a Manuel Bonilla, el auxilio de la U.M.E. en el control del dispositivo jaenero de temporeros. “Aquí me ves, coordinando el grupo municipal”, dejó caer, socarronamente. El que no se consuela es porque no quiere. Las restricciones por la pandemia en Andalucía no se relajarán antes del 10 de diciembre. La súplica de los aceituneros, que ni repuesto de botas o mono de faena pueden comprarse pasadas las 6 de la tarde, cae en fardo roto. “Por todas partes el hombre mismo, sentencia Luis Cernuda, es el estorbo peor para su destino de hombre”.