Tras el récord de viajeros, peregrinos y pernoctaciones con el que Galicia cerró 2022, comerciantes y vecinos cuyas vidas transcurren en la parte antigua de Santiago, esa que pierde peso poblacional y comercial, piden poder sobrevivir en un casco que muchos describen como un parque temático.
En la zona monumental, donde en la década de los setenta vivían 14.000 vecinos y ahora 2.940, abundan este 2023 los carteles de ‘se alquila’ y ‘se traspasa’ y, en ese contexto, locales de toda la vida como la histórica pastelería Mrcedes Mora han tenido que echar el cierre en este primer trimestre del año, para sorpresa de los lugareños.
Hosteleros como Alfonso Moldes, dueño de la taberna A Fuego Lento, cercana a esa confitería desaparecida, reconocen en una conversación con EFE, como el resto de consultados, la estacionalidad a la que están sometidos estos negocios y cómo los empresarios del casco viejo dependen “muchísimo del turista”.
En su local, en concreto, el 80 % de la clientela son turistas. Cuando no los hay, toca subsistir y aguantar el tirón como se pueda.
Cristina Bugallo, propietaria de Las Betanceiras, admite como Moldes que “el momento en el que vienen los peregrinos es un montón de riqueza para muchísimos”, pero añade que los meses de invierno entre el gremio de comerciantes “todo el mundo se queja de que van muy mal las ventas”.
Más allá de la cuestión de la estacionalidad, Bugallo encuentra otros factores determinantes como el precio de los bajos comerciales, “más caros”, o los problemas con “la accesibilidad”.
Desde la tienda de arte y manualidades Espadela comentan que, en efecto, “influye un poco todo”, refiriéndose en términos más generales al contexto de pandemia, crisis económica y al hecho no menor de que en la zona vieja cada vez viva menos gente, lo que la está convirtiendo en un “parque temático para peregrinos”.
Una impresión que también comparte la fundadora de la juguetería Chafarís, Cristina Neira, dado que en la zona vieja, donde de un tiempo a esta parte son varios los establecimientos de recuerdos de viajes, "se busca demasiado ese enfoque turístico y "la gente se ve relegada a irse a vivir a otros puntos de la ciudad porque aquí no quedan casi servicios mínimos”.
El ultramarinos A Tenda de Iglesias, de Javier Iglesias, es en ese sentido casi una excepción, al mantener lo de antaño, aunque admite haber tenido que adaptar la "perspectiva empresarial" hacia productos como los vinos, las conservas o los quesos, y ello, cómo no, como consecuencia del turismo, porque “es para el que hoy sueles trabajar”.
Pese a este sentir común, el presidente de la Asociación de Comerciantes, Empresarios y Profesionales CCA Compostela Monumental, José Manuel Bello Rey, llama a la calma y defiende la actual sistemática comercial del casco histórico. No ve problema en que en los últimos años haya predominado el negocio turístico por excelencia porque “es quizás el más rentable”.
“Aquí huele a peregrino y no nos sentimos invadidos”, asegura Rey a EFE, frente a las críticas de que se desvirtúa esta parte de la ciudad al enfocarla sólo para peregrinos. Bello considera que eso es "turismofobia” y que la cantinela se repite en “casi todos los centros históricos de España”.
Vecinas como Ana María Jiménez, que asume que no sabe nada de leyes de mercado, se apresuran a decir que más allá de los romeros "no hay como el comercio de barrio, y por eso debemos apoyarnos, porque vamos, es que sin eso estamos encaminados ya hacia un parque temático”. Reproduce, en su apreciación, los comentarios habituales de un día cualquiera.
Un total de 6,5 millones de viajeros y 12,5 millones de pernoctaciones son los registros del pasado año para el territorio gallego, según muestra el informe de ocupación hotelera de Turismo de Galicia. A lo que se suma la cifra más alta de compostelas emitidas, pues los documentos acreditativos de haber hecho el Camino concedidos ascendieron en ese ejercicio hasta los 438.682.
Unos datos que dejan a la comunidad autónoma en la séptima posición entre los principales destinos turísticos y con los que absorbió el 2,8% del total estatal de volumen turístico.
Pese al “máximo histórico de demanda” turística señalado en dicho informe, las críticas ciudadanas no han cesado y, simplemente, han cambiado. Si en el último verano hubo protestas la contaminación acústica, la suciedad y la perturbación de la convivencia y el descanso, sobre todo durante la Peregrinación Europea de la Juventud, ahora la preocupación es que no haya gente y que hacer caja cueste. O que directamente no den las cuentas.