La muerte del matador de toros Miguel Báez Espuny ‘Litri’ ha traído consigo la exteriorización del enorme cariño que el pueblo de Huelva, aficionado o no al mundo taurino, le tenía. Por su capilla ardiente han pasado cientos de onubenses que han puesto de manifiesto la admiración y cariño hacia el diestro desaparecido y hacia su familia.
Miguel siempre se sintió choquero. Y, aunque algunos que estos días han hecho referencia a sus datos biográficos no lo han hecho constar por ignorancia, él se sentía muy orgulloso de llevar, como segundo nombre, el de Sebastián y de haber sido bautizado en la Parroquia de San Pedro por cuanto su madre, tras dar a luz en su domicilio familiar de soltera, se trasladó al familiar de la calle San Sebastián, donde Miguel creció junto a sus dos hermanas. Una de ellas, la mayor, Ana María, falleció cuando contaba con cuatro años, por lo que muchos desconocen su existencia.
De sobras son conocidas las andanzas de Miguel en su infancia, en la que fue germinando su deseo de ser torero, que cristalizó el 1 de junio de 1947 al matar su primer becerro en la localidad onubense de Manzanilla. La prueba fue exitosa y Doña Ángeles, por fin, accedió a que torease, aunque se cuidó de que estuviera bien asesorado por amigos del difunto Manolito.
Y llegó la tarde del 17 de agosto, cuando ciñó su primer vestido de luces. Lo hizo en Valverde del Camino, haciendo el paseíllo junto a José Utrera ‘Costillares’ y Juanito Posado para lidiar erales de Gerardo Ortega. Esa tarde, Miguel falló con los aceros y se conformó con una fuerte ovación. Tras esta actuación, empezó a pisar algunas plazas de la provincia, alcanzando éxitos.
Su debut en la capital se produjo el 28 de marzo de 1948, repitiéndose el cartel de Valverde del Camino y con reses de González Camino. Esa tarde se entretuvo en cortar cuatro orejas y un rabo. Este cartel se repitió el 11 de abril pero con ganado de Arias de Reina, donde recibió un aviso. Volvió a actuar el 6 de junio junto a El Niño de la Isla y Juanito Posada con reses de José Escobar. Paseó el anillo tras su primero al fallar al matar y cortó las dos orejas y el rabo en el otro. La tercera actuación fue el 1 de agosto, con Juanito Bienvenida y Manuel Navarro ‘Navarrito’ y astados de María Luisa Pérez de Vargas y obtuvo cuatro orejas y dos rabos. Repitió el 3 de agosto al lado de Alí Gómez y Pablo Lalanda, con reses de José Escobar, que no colaboraron, siendo muy aplaudido.
El quinto paseíllo lo hizo al lado de Francisco Astasio ‘Quinito’ y Juanito Posada con reses de Juan Belmonte. Le cortó los máximos trofeos a su primero. Y cerró temporada actuando en un festival junto a Manuel Álvarez ‘Andaluz’, Julio Pérez ‘Vito’, Alfredo Jiménez, Manuel Navarro ‘Navarrito’ y José Leandro ‘Pirfo’, con astados de José Enrique Calderón. De nuevo, Miguel obtuvo los máximos trofeos de la res que lidió.
Fueron las seis novilladas sin picar en las que actuó en Huelva y su primer festival. Después, con caballos actuaría en trece ocasiones, el mismo número que en corridas de toros además de hacerlo en veinticinco festivales más, completando cincuenta y ocho paseíllos en su tierra, pisando las plazas de Las Colonias, Monumental (que inauguró), una portátil en La Hispanidad y en La Merced (que reinauguró en 1984).
Respecto a los festivales, organizó varios de ellos a beneficio de la Hermandad de la Borriquita (una semana más tarde de la alternativa), de la Hermandad de la Cinta para costear las obras de reparación del Santuario y de la Hermandad de El Rocío de Huelva (en una ocasión, toreó un festival por la tarde y, a continuación, fue proclamado hermano mayor).
Recibió muchos reconocimientos, entre ellos la Medalla de la Beneficencia (que le fue impuesta por el alcalde, Manuel López Rebollo) y la Medalla del Frente de Juventudes, que no han sido mencionadas en estos días, además de otras distinciones de entidades onubenses.
