El artista Manuel Parrales recrea en ‘Arte Vivo’ esta técnica milenaria, con esculturas vegetales y delicados jardines naturales a pequeña escala
Ningún lugar tan apropiado como el Parque Botánico José Celestino Mutis para acoger una exposición como Arte Vivo, obra del artista Manuel Parrales, que recrea las distintas variedades del arte floral japonés.
Se trata de una colección de espectaculares composiciones y montajes estéticos realizadas con plantas epífitas, una especie que se caracteriza por crecer sobre otros vegetales a los que utilizan como soportes, en este caso sobre exóticas estructuras de troncos secos y otros recipientes naturales.
Durante estos días de Semana Santa y hasta el 31 de mayo, la muestra Arte Vivo brinda una alternativa de ocio diferente para introducirnos en el mundo de estos pequeños jardines a escala en los que la naturaleza sigue las directrices que le marca con destreza el artista floral.
La obra de Parrales ofrece inusitados caprichos estéticos como delicadas orquídeas que crecen ensortijadas en las ramas de un tronco inerte que, paradójicamente, da vida y reproduce la naturaleza con toda su frescura y vitalidad.
A través de las composiciones de Manuel Parrales, la naturaleza se convierte en arte y cobra una nueva vida que reproduce el lenguaje vegetal de las plantas y las flores en pequeña escala. En esta exposición todos los materiales que se utilizan son naturales: flores, hojas y ramas de árboles haciendo posible que disfrutemos de la naturaleza viva dentro de estos pequeños jardines. Además de su propósito estético, este arte también se utiliza como método de meditación, ya que está conectado con el flujo de las estaciones y los ciclos de la vida.
Esta es la segunda exposición del artista rocianero afincado en Moguer, Manuel Parrales, que ofreció el pasado año una primera edición de la muestra en el claustro de San Francisco de Moguer. En esta segunda edición de Arte Vivo, señala Parrales, “he querido mostrar algunas de las ancestrales artes florales japonesas, poco conocidas aquí pero muy admiradas en Estados Unidos, Asia y muchos países europeos”. Si los bonsáis e ikebanas son artes florales populares en casi todo el mundo, existen otras técnicas que reflejan de un modo singular la extraordinaria belleza de la naturaleza. Es el caso del Penjing o ‘paisaje en bandeja’, arte floral de más de 2000 años de antigüedad que se originó en China, que recrea paisajes en miniatura, “con el fin de obtener un fragmento de naturaleza para contemplar en casa”, asegura Parrales.
Otra variedad del arte floral originado en Japón que puede contemplarse en esta muestra es el Kusamono, o ‘planta de acento’, que es como se denomina a las plantas que acompañan a los bonsáis en las exposiciones. Tienen la finalidad de indicar la estación y expresar el vínculo de unión que existe entre el árbol y su medio; si es aciago o apacible, húmedo o reseco… Para la creación de Kusamonos el artista utiliza todo tipo de contenedores, “sirve prácticamente cualquier recipiente”.
Kokedama o ‘bola de musgo’ es otra de las técnicas empleadas por Manuel Parrales en su obra. Consiste en redondear y envolver el cepellón de una planta, una hierba o incluso un árbol, en musgo. Luego, dependiendo de la especie elegida, se ubicará sobre un plato, una piedra plana, una madera o colgada, utilizando en la composición las plantas colgantes.