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Jueves 14/11/2024
 
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Jaén

“En el Arte hacen falta más profesionales y menos genios”

Francisco Carrillo Cruz, gran pintor reconocido a nivel nacional, ha llevado el nombre de Jaén por todo el país, sin olvidar una capital que para él ...

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  • Francisco Carrillo Cruz. -

Perteneció a la primera promoción de alumnos de la Escuela de Arte José Nogué, donde se formó para encauzar su vocación y aprender un oficio que lo ha convertido en uno de los pintores más importantes del panorama español. Su vida profesional ha estado ligada a una Escuela de la que nunca se marchó. Ya está jubilado, pero su ejercicio como profesor lo ha hecho ser quien es y que de él aprendan muchas generaciones.

Francisco Carrillo Cruz (Jaén, 1954) reconoce que comenzó a pintar por copiar a su hermano. “La vocación llega porque tienes el gusanillo y por mimetismo hacia una persona mayor que tú. Mi hermano Joaquín, 16 años mayor que yo, pintaba. Mi padre se dio cuenta de mis facultades y me llevó a la Escuela de Arte”, recuerda.

Fue preparado por el “gran Fausto Olivares”, aunque Francisco Carrillo finalizó sus estudios en 1979, en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, decidiéndose por la docencia. “Tenía que vivir porque hacerlo únicamente de la pintura era muy complicado antes y lo sigue siendo ahora”, reconoce un artista que no vio frenada su carrera por la enseñanza. “La labor docente no te imposibilita ser un gran artista, incluso es bueno para entender el oficio”, afirma.

El pintor es testigo de cómo dos de sus tres hijos han seguido sus pasos. “Nunca los forcé. Se criaron en mi taller y absorbieron las sensaciones, olores y vivencias de la pintura. Decidieron seguir un camino que es muy enriquecedor”, confiesa.

Óleo, acrílico, acuarela, grabado…todas son técnicas derivadas de su ejercicio como profesor de Dibujo Artístico en la Escuela, de la asignatura Técnicas de la Ilustración. “Lo practico en mi obra. Son técnicas aplicadas que hacen que me exprese con solvencia. La enseñanza ennoblece y enriquece”, afirma.

Reconocido nacionalmente por su polifacética obra, dentro de un Realismo que los críticos han denominado como mágico, a Francisco Carrillo siempre le ha interesado el hombre, la figura humana, a la que siempre se rindió. “Es quien lo da todo. Lo que plasmo en mi obra está implícito en el interior del hombre”, afirma un pintor que cuando ha necesitado expresar sentimientos lo ha hecho retratando, incluso, a sus seres queridos. “Hubo un momento trágico en mi vida en la que tuve la necesidad de expresarme desde lo íntimo y personal, y lo hice retratando a mis familiares, incluso a mi hijo Paco, como una esencia viva y nueva”, recuerda.

Su obra está repartida en museos y en colecciones privadas y de entidades públicas, todas de reconocido prestigio nacional; y atrapa al espectador desde el primer momento, por una sensibilidad artística que recuerda al Humanismo hecho pintura. Su prolífica obra y carrera como pintor es consecuencia de un trabajo diario. “Nunca he dejado de pintar, incluso cuando era docente”, reconoce.

Carrillo Cruz ha llevado el nombre de Jaén por todo el territorio nacional. También ha vivido épocas de esplendor en cuanto a la venta del Arte, aunque es crítico y denuncia que “se ha engañado mucho, con precios desorbitados”.

El artista defiende que el arte “se puede abaratar” y que “la obra de Arte se debe comprar porque interesa y no como inversión”. Parafrasea a Fernando Sabater cuando reclama “más profesionales y menos genios”, denunciado el “uso frívolo” de la genialidad en el ámbito del Arte. “Ahora cualquiera es un genio”, lamenta quien protege el oficio.

Celebró su primer año de jubilación exponiendo sus acuarelas en la Academia de su hijo Francisco Carrillo Rodríguez, y ahora, tres años después de jubilarse como profesor de la Escuela expone sus grabados, hasta mañana.

A sus 63 años se encuentra en una época de tranquilidad, viviendo una ciudad a la que ama aunque critica “muchísimo”, reconoce. No pierde la perspectiva de una Jaén que “la han hecho como es los propios jienenses”, una ciudad que pictóricamente emana “un color plateado y dorado”, como el de su Catedral; una ciudad de la que siempre pintaría “un entorno del que sólo hay que enamorarse, cualquier callejuela o fachada histórica”, dice.

Francisco Carrillo se encierra diariamente en su estudio y lo hace por una necesidad que sigue existiendo en su interior. “Siempre he pintado por necesidad de expresarme y ahora, jubilado, no hay día que no pase un rato en mi estudio, aunque no pinte”, termina.

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