Es antiguo, histórico, monumental y patrimonial, pero también está abandonado, olvidado, deteriorado y derruido. Es el distrito del casco antiguo de la capital, que lleva décadas reclamando la atención de las administraciones, que o miran a un lado o actúan lentamente, a veces robándole su identidad y sin brindarle una intervención integral, como sus barrios claman. Lo piden en La Magdalena, San Vicente de Paúl, La Merced, Sagrario, El Arrabalejo, San Bartolomé, San Juan y La Judería, todos con casta y seña.
Todo Jaén mira a su casco antiguo con sentimientos encontrados. Por un lado desde el amor y cariño al ser parte de la historia de todos y, por otro, con pena y vergüenza, por su estado, especialmente en la zona alta, donde las casas se están derrumbando, abandonando y ocupando descaradamente. El distrito aúna a barrios que conforman un espacio único, que habla del origen de la ciudad, pero también de cómo el paso de los años está haciendo que se pierdan sus raíces. Las viviendas se caen, el modo de vida de su gente cambia e, incluso, la imagen del barrio, con calles empedradas que se unen a otras de asfalto u hormigón impreso, algunas sin acabar, como ‘Juanito El Practicante’, y otras sin empezar, como ‘Millán del Priego’, en estado lamentable.
Los solares forman parte del paisaje urbano del distrito, como el de San Andrés (APA III) para un instituto de Secundaria, proyectado desde hace dos décadas. Al casco histórico no llegan nuevos proyectos y el sentimiento de pérdida del mismo es generalizado. Aún no tiene facultad, pero sí Universidad, la popular Sabetay, que lleva al barrio a numerosas personas.
Es la zona más rica en patrimonio, con el Centro Cultural Baños Árabes, el antiguo hospital San Juan de Dios, la Santa Capilla de San Andrés, el Archivo Histórico Provincial, la iglesia de Santo Domingo, aún cerrada; el refugio antiaéreo, el Arco de San Lorenzo, dos teatros municipales y parroquias como las de San Bartolomé, La Merced o La Magdalena, con un convento de Santa Úrsula cerrado y sin proyecto.
La Jaén patrimonial está en el casco antiguo y sus monumentos son los principales atractivos de la zona, pero no son suficientes para que los barrios estén atendidos. De hecho, estos barrios son los grandes olvidados de la ciudad, con residentes desesperados por la falta de seguridad en algunas zonas con continuos derrumbes, por la insalubridad de demasiados solares abandonados y por las casas cerradas u ocupadas. El barrio de La Merced lo está sufriendo.
Todo ello a pesar de su belleza, la que muestran sus monumentos y la que esconden sus rincones, como los de la Judería, a veces recuperada otras maltratada.
El sentir general de los vecinos es que “se está dejando morir al casco antiguo”, cuando en sus barrios hay mucha vida, la de residentes que piden un trato igualitario y digno en materia de mantenimiento urbano y conservación; y con comerciantes que muestran la cara más tradicional y popular de estos barrios, pero que también lo están pasando mal, pues los cierres son cada vez más.
“Llevo toda mi vida viviendo en el casco antiguo y mi barrio no lo cambio por ningún otro”, dice Magdalena Torres, del barrio de La Magdalena. “Se vive muy a gusto. Hay buenos vecinos y nos llevamos bien. Cuando alguien necesita algo, ahí están todos. El casco antiguo es como si fuera un único barrio”, dice. Sin embargo, señala que está “muy poco cuidado” y que como “zona histórica” necesita “más atención”, denunciando que se interviene “poco y mal”. “Necesita una intervención a fondo. Se habla mucho del casco antiguo, pero nadie hace nada”, explica, apuntando que son “muchos los turistas que llegan” y que “hay que prestarle más mimo y cuidado” a los entornos. Entre otros, al de la Catedral, eterna reivindicación vecinal y no sólo para su declaración como Patrimonio de la Humanidad, sino como capital.
Calles como Carrera de Jesús han devuelto la belleza a la zona, pero la plaza Santa María sigue con sus fuentes rotas y en los alrededores, los solares con pintadas empobrecen el entorno.
Calles como Maestra, con la solería más típica de Jaén, tiene demasiadas baldosas rotas. Lo mismo ocurre por los alrededores del Centro Cultural Baños Árabes, el monumento más visitado de la capital. Se ha cerrado el aparcamiento de Los Uribes y se han asfaltado las calles que conducen al resto de monumentos de la zona, pero sigue habiendo mucho trabajo por delante, tanto de las administraciones como de los vecinos, que han de manifestar mayores muestras de civismo. “Últimamente hay muchos robos y se derrumban demasiadas viviendas”, lamenta Francisco Antonio Lombardo, de 24 años y vecinos de San Juan.
El casco antiguo necesita más acciones de limpieza, un asfaltado uniforme y tradicional, más comercio de proximidad, aparcamientos para hacerlo más accesible y también zonas peatonales que inviten a conocerlo; además de áreas de recreo infantiles, de las que carecen estos barrios. “Se vive bien, aunque necesita más cuidados y zonas de juegos de niños, que no hay. Es un gusto ver a tantos turistas”, dice Francisco Checa. Sin embargo, José Fernández, vecino de Los Caños asegura que siente “vergüenza”. Dice: “Si Jaén tiene algo que merece la pena es su casco antiguo y sin embargo no lo están cuidando. Me da mucha pena y vergüenza porque quienes vienen y ven cómo está, no volverán más”.
El mobiliario urbano se tiene que cuidar. Hay bancos rotos, faltan papeleras y farolas sin cristales. Víctimas de actos vandálicos, nunca se repusieron. “Da pena porque es una zona en la que vives toda la vida y ves cómo se está quedando las casas vacías. El problema es que no sabes si las van a ocupar”, dice Rosa Prieto, comerciante del eje de ‘Martínez Molina’ y vecina de San Juan. “Se está perdiendo el comercio de toda la vida. Llegan muchísimos turistas, pero en visitas guiadas con grupos a los que no dejan pararse en el comercio. Una tienda de regalos de recuerdo ha tenido que cerrar porque no dejan ni que se paren. El turismo no revierte en el comerciante”, dice.
El casco antiguo pide una intervención integral, mantenimiento y conservación. La Jaén histórica se está perdiendo.