Dentro de apenas tres meses entraremos en el año 2020. ¿Cómo es el Jaén de 2020? ¿Hacia dónde camina? ¿Cuáles son sus fortalezas y dónde están focalizadas sus principales debilidades? ¿Y cuáles son las amenazas que frenan el desarrollo de la provincia? VIVA JAÉN va a intentar dar respuesta a todas estas preguntas en esta nueva sección donde, semanalmente, se irán alternando los retratos socieconómicos de los diferentes sectores productivos con las entrevistas a personas que engrandecen la sociedad civil jiennense aunque lo hagan desde un ámbito más silencioso pero no menos relevante.
El retrato del Jaén que se dispone a entrar en el año 2020 es el de una provincia que sigue buscando su identidad. Una tierra llena de oportunidades y de fortalezas (y no solo en el olivar), pero que aún no ha sido capaz de dejar a un lado todos los complejos que lastran su desarrollo. Un territorio provincial que ha dado un salto espectacular en las últimas décadas, aunque crezca más lento que otros y aún esté lejos de los niveles de convergencia. Sin duda, uno de los problemas que más amenaza el futuro de Jaén es la despoblación. La provincia jiennense tenía a 1 de enero 2019 un total de 631.886 habitantes, lo que significa una pérdida en la última década de 33.315 habitantes. El censo provincial actual es similar al que había a principios de siglo. En el año 2002 la provincia tenía 643.821 habitantes, y el crecimiento fue sostenido en los años siguientes hasta 2012 cuando el censo quedó situado en 667.260. Desde ese año, la hemorragia demográfica ha sido constante, con una pérdida anual de entre 4.000 y 6.000 habitantes. El envejecimiento de la población jiennense es cada vez mayor. Tanto es así que la provincia ha experimentado una inversión de su pirámide poblacional. El índice de envejecimiento era de un 37,11% en 1978 y actualmente se sitúa en un 122,50%. Y esto tiene que ver con el aumento de la esperanza de vida y de la reducción de la tasa de natalidad, que ha pasado de 15,88 nacimientos por cada 1.000 habitantes en 1978 a menos de la mitad en la actualidad (7,68). Junto al reto demográfico, la provincia jienense encuentra otro lastre a su desarrollo en la precariedad de su mercado laboral. En agosto, la cifra total de desempleados era de 48.092. Las mujeres siguen liderando el paro registrado en la provincia, con un 60% del total. Es cierto que en el cómputo interanual, el paro ha bajado en 2.260 personas, pero también es una realidad que Jaén es la provincia española con la tasa más alta de temporalidad en la contratación (98,08%). El número de pensiones en Jaén alcanza las 142.155, pero la pensión media de la provincia, de 816 euros, es la segunda más baja de Andalucía y queda lejos de la media española, de 993 euros.
¿Y el olivar? Los más de 65 millones de olivos que monopolizan el paisaje de Jaén son, sin duda, la principal seña de identidad de esta provincia. Son también el principal argumento de la economía provincial, aunque su excesiva dependencia nubla en muchas ocasiones el avance de otros sectores. En la actualidad hay casi 600.000 hectárea de olivar, de las que más del 40% son de regadío, que ha tenido un avance imparable en los últimos años. Ha aumentado la producción y, sobre todo, la calidad, aunque el sector olivarero lleva años soportando unos precios en origen casi de ruina. Tampoco el sector turístico de Jaén ha sido capaz de despegar en función a su enorme potencial. El año 2018 se cerró con 541.514 visitantes y 967.848 pernoctaciones. Con todo, la principal asignatura pendiente del sector turístico de la provincia sigue siendo la baja estancia media, de 1,73 días , lejos de la media nacional y autonómica. En España es de 3,27 días y en Andalucía de 2,85 días. Y otra rémora del sector servicios es que tiene la misma población ocupada (en torno a un millar) que hace dos décadas, y eso a pesar de que la oferta turística ha crecido de modo considerable. Con unos sectores productivos tan frágiles la esperanza del despegue de la provincia queda muchas veces a expensas de la inversión pública. Sin embargo, con la excepción de la Diputación Provincial, la licitación de obra pública del Estado y de la Junta de Andalucía está muy por debajo de la de otras provincias y ha caído un 90% en la última década. Si en 2008 la inversión era de 1.400 euros por habitante, diez años después cayó hasta los 170 euros. Jaén espera ahora su particular maná en forma de ITI, la Inversión Territorial Integrada que debe dejar en la provincia 443 millones hasta el año 2023.
Hace un siglo
En 1920 la población de la provincia de Jaén seguía creciendo y se situaba ya en 592.297 habitantes. Un año con mucha conflictividad social y con huelgas, desde mineros a ferroviarios o muleros pasando por la curiosa protesta de los taberneros de la capital porque se había recortado hasta las 11 de la noche la hora de cierre de las tabernas. 1920 fue el año en el que empezó a urbanizarse el primer tramo del Paseo de la Estación, en el que la plaza de las Palmeras se unió con La Guitarra y donde se buscaba una sede para el acuartelamiento de la Guardia Civil. Un año más tarde, en 1921, abriría sus puertas la fábrica de cervezas El Lagarto, embrión de la que años más tarde se bautizó como El Alcázar. La capital contaba entonces con unos 35.000 habitantes, pero su expansión definitiva empezó en 1927 al ponerse en marcha el Plan del Ensanche que elaboró el arquitecto Luis Berges Martínez. Y un año más tarde, siendo alcalde Fermín Palma, llegó el primer abastecimiento de agua hasta Jaén desde el manantial de Río Frío, en Los Villares. Y en la provincia, la segunda década del siglo XX fue la del inicio de las obras del mayor pantano construido en Jaén, El Tranco, que inauguraría oficialmente Franco en 1946.