El centro de Jerez se ha llenado con
carteles y pancartas en balcones y ventanas de numerosas viviendas en las que se denuncia la desaparición progresiva de los vecinos del casco histórico, una protesta que se ha materializado entre el jueves y el Viernes de Dolores, como preludio de la
Semana Santa jerezana.
"Vecinos en peligro de extinción" es la inscripción que puede leerse en estas pancartas que los propios ciudadanos han colgado en sus casas para que quienes acudan al centro a ver las procesiones sean conocedores de las reclamaciones que desde hace tiempo están realizando en este entorno neurálgico de la ciudad.
"Esto es un avance de la manifestación que haremos pública próximamente y hemos decidido hacerlo en esta fecha para escenificar la estación de penitencia en la que vivimos quienes habitamos el centro", ha lamentado
Tamara Jiménez, presidenta de la asociación vecinal del casco histórico.
Con esta protesta vecinal se trata de poner el foco, ha explicado Jiménez, en "
la necesidad de que se nos escuche, se cuente con nosotros y se atiendan a nuestras necesidades", en referencia a las "constantes" negativas o "silencios" del Gobierno local del PSOE y su delegado de Urbanismo, José Antonio Díaz, a las peticiones de reunión solicitadas por esta asociación.
"La sensación de desprotección, abandono y de sentirnos ignorados por parte del Gobierno local, es cada vez mayor entre los vecinos y vecinas del centro", ha manifestado Jiménez, quien ha pedido "políticas valientes que atraigan a vecinos nuevos y cuiden a los que aún vivimos aquí", porque "aún tenemos vecinos en el centro que necesitan de comercio local, de infraestructuras y que necesitan aparcamientos", ha argumentado.
La campaña de protesta fue acordada en la última junta directiva de esta entidad y han sido los propios vecinos damnificados quienes han diseñado y pagado la cartelería que está expuesta en sus ventanas, en puntos estratégicos del paso de procesiones como calle Tornería, Visitación, Cruces o el Arroyo.
Situaciones como la proliferación de viviendas para uso turístico, la escasez, cada vez más acuciante, de aparcamientos para residentes, el daño patrimonial de edificios históricos como Riquelme o el aumento de terrazas de bares que dificultan el paso, son solo algunos de los motivos que los han llevado a visibilizar su hartazgo, ante lo que empieza a ser "un problema" para la convivencia en esta zona de afluencia turística de la ciudad.
"Volveremos a repetirlo una y otra vez, necesitamos un centro histórico habitable y no un centro histórico paseable", ha remachado Jiménez.