La rehabilitación del palacio de Riquelme se antoja una empresa casi quijotesca, por cuanto hablamos de una finca que acumula tras de sí largas décadas de abandono y de una serie de construcciones que originalmente no se concibieron como un proyecto unitario.
Justo ahora
se ha dado un paso en firme con la licitación de una primera fase que permitirá la intervención y conservación preventiva de la fachada y las dos primeras crujías. El presupuesto asciende a 761.620,14 euros, que asume la
Diputación Provincial, y el plazo de ejecución de las obras es de diez meses. Las empresas interesadas pueden presentar sus ofertas hasta las 23.59 horas del próximo 20 de noviembre. Los trabajos deberán estar finalizados antes del 31 de diciembre de 2024.
Pero esa es una primera fase y
luego tendrán que venir otras cinco más, con su respectiva dotación presupuestaria y sus correspondientes plazos administrativos. De momento no se sabe si se combate contra gigantes o contra molinos de viento, pero al menos parece que ahora sí nos disponemos a librar en serio la batalla de Riquelme.
La primera fase va a permitir
consolidar la estabilidad de los muros de la fachada mediante la inclusión de forjados y cubiertas donde antiguamente existían, con materiales y técnicas constructivas contemporáneas compatibles con las originales.
Se va a restaurar la fachada de piedra renacentista mediante su limpieza, consolidación y protección, incluyéndose la recuperación y adecuación de los huecos actualmente abiertos o tapiados con fábrica de ladrillo. Esta intervención se ejecutará
en paralelo a la de las dos primeras crujías y permitirá contar con un conjunto de espacios muy útiles para narrar el devenir histórico del edificio y explicar el contenido de las futuras actuaciones.
La puesta en uso de las dos primeras crujías permitirá recuperar el acceso original al edificio y habilitar cinco salas para los fines anteriormente descritos. Estas salas podrían albergar provisionalmente
zonas de exposición del conocimiento actual del edificio de forma permanente y temporal, alternando un recorrido por distintas temáticas en relación a la historia de la casa palacio y su papel en el entorno urbano inmediato. Completaría esta intervención la dotación de equipamientos imprescindibles para el uso público del inmueble, como un pequeño núcleo de aseos o instalaciones elevadoras para hacer accesible la entreplanta baja de la primera crujía y climatización de las salas.
La segunda fase contemplaría una actuación sobre el subsuelo y niveles del resto del inmueble y tendría el objetivo de ordenar y poner en valor los restos de la casa, consolidando su ruina a la espera de otras intervenciones e inversiones. Sería un momento de revisión y estudio del inmueble y de recuperar parte de la historia de los elementos eliminados en 1996. Consistiría en la recuperación de los niveles de los pavimentos y superficies de la casa mediante el desbrozado, limpieza y tratamiento de la superficie con geotextil y recuadrado de grava, así como la recuperación del trazado de los muros originales mediante su limpieza y protección.
Se habilitarían
recorridos para la visita de los restos y se habilitarían las instalaciones subterráneas necesarias para la futura conexión entre fases. Esta segunda actuación permitiría que el uso de la primera crujía se extendiera de forma segura al resto del inmueble, pudiendo desarrollarse visitas culturales que se inicien en la zona recuperada, así como celebrar actos culturales que puedan servir de medio de difusión de los valores patrimoniales del inmueble.
Con posterioridad -ya en la tercera fase- se abordaría la
rehabilitación de la zona doméstica de la casa, interviniéndose en primer lugar en las dos crujías del fondo oeste. Se trata de actuar en la crujía que abre hacia la calle y plaza de la Consolación, actuando sobre su fachada y sobre los espacios más amplios del inmueble con el mismo procedimiento constructivo, al que añadimos ahora la inclusión de muros de carga sobre los cimientos originales. En este caso,
el elemento más singular sería la galería tardogótica, planteándose la recuperación de los volúmenes originales de la parte doméstica que cuentan con planta baja, entreplanta baja parcial y planta alta.
Esta intervención habilitaría la zona del fondo de la casa y permitiría tener accesos secundarios por Consolación y Alegría. Recuperar estos espacios implicaría dotarlos de las instalaciones necesarias para que disfrutaran de cierta autonomía. Además, la amplitud de las salas las hace idóneas para un uso público expositivo, pudiéndose poner en uso las dos plantas de galería, advirtiéndose de que la alta permitiría disfrutar de unas vistas privilegiadas de la plaza del Mercado y su entorno.
Llegaríamos así a la cuarta fase, que contempla la
rehabilitación de los espacios y edificaciones intermedias, que incluye el elemento central de la casa, que no es otro que el
patio apeadero, las estancias que lo rodean y sus fachadas internas. En este caso la intervención requiere de una menor ejecución de espacios construidos, que se limitarían a la crujía edificada de una planta hacia calle Cordobeses y a la galería neogótica. Esta fase recuperaría la fachada ecléctica hacia la casa, así como la arquería, ambas pertenecientes a un mismo periodo histórico. Con la recuperación de estos espacios se unirían las dos zonas extremas de la casa palacio.
En la quinta fase se acometería la actuación en un elemento anexo a la casa desde el siglo XVI y que ha mantenido cierta autonomía y difícil conexión con la parte doméstica. Se trata del jardín y del volumen de dos plantas levantado en el siglo XIX, demolido en 1996 menos su fachada. Tras concluir las fases anteriores el edificio habrá completado su volumetría y será el momento de considerar usos futuros.
Seis fases, seis, y apenas se inició la primera. ¡Cuán largo me lo fiáis, amigo Riquelme!, que diría don Quijote a su fiel escudero Sancho Panza.