A una semana de cumplir su primer año como presidente del Consejo Local de la Unión de Hermandades, Pedro Pérez repasa su gestión y algunos de los asuntos que ocupan su agenda.
—¿Satisfecho de su primer año de gestión? ¿Qué destacaría?
—Altamente satisfecho, porque es un orgullo trabajar en esta tarea de evangelización. De todos modos, quienes tienen que hablar son los hermanos mayores. En breve recibirán una petición del Consejo para que hagan su análisis. Queremos que hagan una reseña, sin tapujos y con total sinceridad, de todo aquello que consideran positivo y también, por supuesto, de los aspectos negativos, para que nos ayuden a seguir creciendo. No destacaría nada en especial, porque hemos estado aterrizando debido a la sinrazón de que las elecciones se celebrasen en pleno curso.
—¿Qué le ha supuesto en su vida como cofrade ser presidente del Consejo?
—Lo más importante en mi vida cofrade, desde que ostento esta responsabilidad, es la privilegiada atalaya que poseo para divisar todo el mundo de nuestras hermandades. Tanto las cosas buenas, como las menos buenas, se contemplan y se viven más de cerca, y eso te permite dar con la clave de muchos problemas. Descubres que cada hermandad es un mundo. Me encantaría tener más de un cuerpo y jornadas de 48 horas, para poder estar presente y compartiendo todo lo que de bueno tienen nuestras cofradías.
—En muy poco tiempo se ha pasado de una gestión que algunos tildaron de excesivamente personalista a otra -digámoslo así- colegiada. ¿Qué aspectos positivos y negativos tiene este cambio de estrategia?
—Cada uno proyecta su propia personalidad. En mi caso, estoy convencido de que desde el consenso, el diálogo y la conciliación se pueden obtener mejores frutos. Todo ello sin perder de vista que el Consejo, en ocasiones, no puede tomar decisiones que contenten a todos. Lo único negativo que tiene esta forma de actuar es que hay que controlar la equidad a la hora de tomar decisiones, ya que hay hermanos mayores que, por esa proyección de personalidad que antes comentaba, ejercen un mayor liderazgo respecto de otros que muestran una actitud más sumisa. Una cosa es el consenso y otra es que las opiniones dominantes arrastren al resto.
—Las hermandades debieron hacerse cargo el año pasado del montaje de los palcos. Entonces se habló de que el Ayuntamiento y el Consejo debían sentarse para aclarar cómo iba a participar la Administración local en un evento declarado de Interés Turístico Nacional. ¿Seguimos dónde estábamos o se ha producido ya algún movimiento? ¿Cuál es la voluntad del Consejo?
—Tenemos pendiente una reunión con el Ayuntamiento para dejar fijada de forma definitiva la colaboración que existirá entre las partes, no sólo para el presente y en exclusiva con el tema de los palcos, sino de cara al futuro y contemplando otros aspectos que consideramos esenciales. La voluntad del Consejo es que se siga manteniendo una colaboración durante todo el año. Hay empresarios que sueñan con que cada fin de semana exista una procesión en la calle, porque le salva su maltrecha economía. Y el Ayuntamiento es y debe ser consciente de nuestro poder de convocatoria. Pretendemos que nos equiparen, al menos, a otros colectivos y eventos importantes de la ciudad.
—En estos últimos meses se ha esbozado la posibilidad de promover la apertura del Museo de Cofradías. ¿Qué pretende el Consejo? ¿Con qué ayuda cuenta? ¿Qué plazos se barajan?
—Tenemos un patrimonio exquisito, pero en la mayoría de las ocasiones se encuentra oculto, embalado en almacenes y garajes. Pretendemos que ese patrimonio pueda ser expuesto y contemplado de manera permanente para el deleite de jerezanos y visitantes. Como quiera que este proyecto reportaría unos ingresos extraordinarios para las cofradías, pretendemos vincular el mismo a la creación, de común acuerdo con Cáritas Diocesana, de un economato social. Estamos trabajando denodadamente para que sea una realidad a la mayor brevedad posible.
—También estaba sobre la mesa la posibilidad de utilizar el edificio que venía siendo sede de la Fundación Teresa Rivero. ¿Cómo está realmente este asunto? ¿Qué se pretende hacer en ese inmueble?
—Hemos descubierto que, gracias a Dios, la actual sede se ha quedado pequeña, porque aumenta el número de hermandades y el espacio actual para albergar todo lo que ello genera es insuficiente. El edificio de la plaza Rafael Rivero es emblemático y se adecuaría a las actuales y futuras necesidades. El objetivo es que pudiera ser utilizado no sólo por el Consejo, sino por todas aquellas hermandades que precisaran de un espacio en el que celebrar exposiciones o conferencias. Asimismo, las cofradías estarían contribuyendo a la recuperación de un patrimonio que, de otra forma, estaría condenado al ostracismo y entraría a formar parte de ese extenso catálogo de cosas jerezanas que se pierden con el tiempo. Estamos trabajando para que ese proyecto sea una realidad lo antes posible, pero queremos hacerlo de la forma más beneficiosa y rentable para las hermandades, y que suponga la menor carga para sus economías.
—La Iglesia celebra el Año de la Fe y la Unión de Hermandades su 75 aniversario fundacional. Por si fuera poco, la Esperanza de la Yedra será coronada en septiembre y la Virgen del Desconsuelo y el Cristo de la Expiración saldrán en procesiones extraordinarias. ¿Cómo se come todo esto? ¿Qué línea de actuación se ha trazado el Consejo?
—Nos debe llenar de alegría que nuestra Iglesia y nuestras hermandades, con los difíciles tiempos que corren, estén realmente vivas y con una fuerza inmejorable. Prueba de ello son todos estos acontecimientos. El Consejo está elaborando un calendario de actividades, que en breve se dará a conocer, que interfiera lo menos posible a todo lo que, de bueno, vamos a celebrar.
—En su primer año de mandato ha consensuado una nueva Carrera Oficial que, en la práctica, recupera el modelo anterior. ¿Esto demuestra que a la Semana Santa hay que tocarla lo menos posible?
—Jerez es la gran casa de todos los jerezanos y, como en todas las casas, existen zonas más nobles y emblemáticas que queremos mostrar, donde acogemos a los invitados y donde se encuentran los elementos a los que más cariño profesamos. En este caso, las cofradías han querido llevar aquello que más aman, que son sus sagrados titulares, al salón de esa gran casa que es Jerez, a los sitios más bonitos, a los más nobles y emblemáticos. Pesa tanto este aspecto estético que a las cofradías no les importa sacrificarse, y por eso han optado por discurrir entre ese hall de entrada tan maravilloso como es la Alameda Cristina y su entorno, y desde allí llegar a ese ilustre salón de la ciudad como es la plaza de la Asunción.
—¿Se está trabajando ya en horarios e itinerarios? ¿Se contemplan muchos cambios debido precisamente a esa nueva modificación de la Carrera Oficial?
—Los cambios están ya planteados. Ahora, la comisión del Consejo encargada de los horarios e itinerarios tiene que estudiarlos uno a uno para posteriormente mantener reuniones con los distintos días de la semana y alcanzar acuerdos definitivos. No obstante, a nadie escapa que existirán modificaciones relacionadas con el nuevo trazado, sobre todo teniendo en cuenta que con la Carrera Oficial aprobada se ofrecen dos recorridos alternativos a la salida de la Catedral, uno en dirección a la Alameda Vieja y otro en dirección hacia la plaza del Arroyo. Sea como fuere, todo debe estar listo a finales de noviembre de cara a planificar todo lo relacionado con el nuevo trazado.
—Por cierto, esa modificación obligará también a adaptar algunas de las estructuras de los palcos. ¿Qué coste tendrán los cambios y quién los asumirá?
—Hemos elevado un estudio a la empresa que el año pasado se encargó del montaje para que nos indique el coste aproximado de la adaptación de los palcos al nuevo trazado. Estamos pendientes de esa respuesta, pero todo hace indicar que el coste sería mínimo. ¿Quién los asumirá? Depende un poco de la reunión que mantengamos con el Ayuntamiento y de ese acuerdo global que pretendemos cerrar antes de que acabe el año.
—¿Sigue creyendo en un Sábado Santo con cofradías en la calle? ¿Se va a trasladar algún planteamiento al Obispado o se va a esperar a que el asunto caiga por su propio peso?
—Como cofrade que soy, creo fervientemente en la tarea evangelizadora de las cofradías a través de la catequesis plástica que hacen en la calle. Aunque el Sábado Santo es una jornada de reflexión, entiendo que se puede conjugar la presencia de las cofradías en la calle con la celebración de la Pascua adecuando los horarios. La presencia de cofradías ayudaría a esa necesaria reflexión porque ahora lo que ocurre es que muchos fieles miran hacia otro lado o eluden vivir esa jornada como se merece. Mucha gente se quedaría en la ciudad, en lugar de recurrir a otras posibilidades menos espirituales, y se podría conectar de inmediato con la celebración de la Pascua. Actualmente, el número de personas que participa en esta importantísima jornada de reflexión es escasísimo, porque se opta entre organizar una escapada de fin de semana o ir de compras. Es tan fácil como imaginar a Jerez en Semana Santa si no existiesen cofradías en la calle. Se perdería una oportunidad increíble de evangelizar a toda una masa que utiliza a las hermandades como su único hilo de conexión con Dios. Tampoco soy ajeno al nefasto planteamiento que se hizo para poner en marcha un Sábado Santo con cofradías en la calle, algo que entiendo hizo muchísimo daño a la posibilidad de que esa petición, al menos a corto plazo, pueda hacerse realidad. En mi modesta opinión, creo que nuestro obispo estaba lleno de razones para tomar la decisión que tomó. Ahora no cabe lamentarse, sino trabajar para cerrar un proyecto serio, desde la base de la efectiva labor evangelizadora de las cofradías.