Plaza de Toros de San Fernando. Toros de Julio de la Puerta. Corrida ayuna de casta, excepto el tercero, que duró más. El primero y el cuarto, complicados. En general bien presentada. Juan José Padilla, dos orejas y dos orejas y rabo; El Fandi, dos orejas y rabo y dos orejas; David Galván, dos orejas y rabo y dos orejas. Los tres salieron a hombros por la puerta de San Marcos. Plaza llena. Padilla brindó la muerte de su primer toro, Pepita Camacho, viuda del maestro Rafael Ortega.
La primera noticia antes de hacer el paseíllo fue ver los tendidos prácticamente llenos. El público, además, se divirtió, que era lo más importante, aunque el encierro acusara falta de casta, no querían embestir.
Padilla, ante un lote manso, y con miradas que no afligieron a ese nuevo ciclón de Jerez, se entregó con decisión y arrojo, a cambio de sendas volteretas que pudieron tener consecuencias lamentables. Afortunadamente, no pasó nada. Este torero no tiene freno. Sale a triunfar y a complacer al público, lo mismo que ha hecho en San Fernando lo hizo ya el sábado en Pamploma, y realizó un esfuerzo con pundonor y valor. Llevó el clamor a los tendidos en banderillas, colocando pares al cuartel y a violín. Las dos faenas de muletas tuvieron el sello de un torero que va a adoptar el triunfo de principio a final. Padilla, que mató a su segundo toro recibiendo, tomó la plaza de La Isla pero lamentablemente no torea en El Puerto de Santa María.
Al igual que su compañero Padilla, El Fandi está en la plenitud de su carrera, y le saca pases a un mulo. Su valor con el capote, con largas cambiadas, tuvieron luz. En el tercio de banderillas estuvo sensacional, con un gran fondo físico que tiene este torero, y prendiendo pares muy reunidos, llevando el alboroto en el tendido y con el pasodoble como telón de fondo.
Si en la faena de muletas, al primero le sacó los pocos pases que tenía, al segundo, de nombre Rajado, aunque de noble embestida, también lo hizo todo él, incluso cuando el animal se iba a las tablas. Mató con decisión a sus dos toros de estocada y media.
La personalidad de David Galván, unida a su elegancia, temple y seguridad, hicieron que la faena al bravo primero fuera intensa y extensa, con series vaciando la embestida y llevándolo de lado. Hizo una labor emocionante y completa. Se le ve muy seguro y le sigue funcionando la cabeza.
Mató de una estocada, volcándose en su primero, y otra estocada, precedida de un pinchazo a su segundo, al que volvió a torear con gusto tanto con el capote como con la muleta. En el que cerraba plaza estuvo muy por encima del animal, haciéndole embestir con trazos de bella ejecución y acercamiento de pies.