El tiempo en: Ayamonte

Jerez

Una pareja en paro y sus hijos, los últimos inquilinos del viejo Cerrofruto

Subsisten gracias el salario social de 500 euros y su permanencia en el barrio en solitario y con noches muy complicadas ha forzado un acuerdo con Emuvijesa para no empezar a pagar el alquiler social de los nuevos pisos donde ya están realojados sus vecinos hasta no terminar de pagar la hipoteca de

Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai

"Esto es una vergüenza!. Que lo tiren todo ya de una vez!" Son palabras de una vecina mayor del entorno del viejo Cerrofruto cuando pasa por los bloques. Si nadie conociera la trayectoria de esta barriada y viniera de nuevo a Jerez asemejaría su imagen a la de los efectos propios de un bombardeo, un escenario fantasmagórico en el que los incendios provocados en los últimos meses y la marcha de sus más de 100 inquilinos le dan una imagen más tétrica si cabe. En el bajo izquierda del nº 20 una toalla azul tendida en la ventana y en plena calle podría avisar de que en este piso aún hay vida. Pero no es así. “Es de mi vecina, la dejó ahí tendida cuando se fue y ya se quedó”, señala Macarena Zarzuela.  Tiene 27 años y la ropa que hay tendida en la ventana de arriba es de su familia. Ella y su marido, Marcos Ruiz, de 30 años, y sus dos hijos pequeños de 7 y 5 son los únicos habitantes con hipoteca que permanecen viviendo en unos pisos cuyo derrumbe está previsto para el mes que viene. Algunos días no están solos, también hay personas que desde que estas viviendas se quedaron vacías en octubre se han metido dentro de ‘okupas’.
No es el caso de su bloque, pero esto no quita que no tengan que lidiar con el trasiego de gente de la calle y los actos vandálicos que se originan sobre todo durante la noche. De hecho más de una vez han tenido que asomarse para avisar de que su familia sigue viviendo allí ante el miedo de que metan fuego y les coja dentro. “No respetan que estemos aquí dentro, estamos vendidos porque ni siquiera teníamos puerta abajo en el bloque”. Afortunadamente este sinvivir tiene las horas contadas. Hasta ahora su permanencia podía entenderse en cierta manera como una forma de reivindicar su situación. Como relata, en su casa sólo entran los poco más de 500 euros correspondientes al salario social. Ella y su marido llevan más de un año en paro, y pagar los alquileres sociales de las viviendas de la zona de El Mopu que el Ayuntamiento ha entregado  donde ya viven sus vecinos y la hipoteca de su casa era una misión imposible. “Pagamos de hipoteca 140 euros, más la luz y el agua, y estamos al día en todo  porque nuestros padres nos ayudan, ¿cómo vamos a pagar los 187 del alquiler también, más los 40 de comunidad y otros 12 de un garaje que nos han asignado que nosotros no queremos?¿De qué comemos” , denunciaba la joven. Hasta esos minutos, Emuvijesa le había dado largas a la propuesta de acceder a que se mudara a la nueva casa pagando su hipoteca de la casa del viejo Cerrofruto y la comunidad del nuevo piso hasta que terminara de abonar las letras de su hipoteca, ya que le faltan pocos años.No hay que olvidar además, que tanto ella como sus más de 100 vecinos tienen pendiente recibir unos 20.000 euros aproximadamente en concepto de expropiación social de los bloques que derribará el Consistorio.
Sin embargo, cuando menos lo esperaba, surgió el milagro. Este viernes recibía una llamada de su abogado informándoles de que  la empresa municipal de vivienda había accedido y en la misma tarde recibía las llaves de su nueva casa en una reunión a la que también asistió la propia alcaldesa, María José García-Pelayo, y donde también se puso a su disposición las herramientas de las que disponen los Servicios Sociales para apoyar su caso.

Con los días contados
“Estoy loca de contenta”, señalaba a este periódico. La mudanza llegara en unos días y con ella el alivio de poder dormir tranquila, ya que hasta ahora en casa tenían que poner la televisión fuerte y preocuparse para que en la calle percibieran que había movimiento en la casa por miedo a que les pasara algo. No se podían marchar. “No podíamos hacerle eso a mi suegro”, explica la joven. El padre de su novio les avaló en el préstamo de su casa, y el temor de los dos es que no pudieran hacer frente al alquiler y la hipoteca y su suegro tuviera que acabar pagándola con los 400 euros que tiene de pensión. Ahora el final feliz se acerca. Hace ocho años cuando se compraron la casa su bloque “no tenía nada que ver con lo que es ahora”, afirma Macarena con nostalgia. Cuando la adquirieron ni se imaginaban por asomo el destino que le esperaba a estos pisos. “Fue al año siguiente cuando se dijo que los iban a tirar”. Ahora, después de llevar desde diciembre “echando a gente”, haber presenciado como se “desvalijaban” los bloques llevándose aluminio, persianas y puertas para vender e incluso pocetas, y haberse llegado a encontrar sin luz “porque nos robaron los cables”, no ven la hora de empezar de cero. “Mis hijos están locos por irse y se pasan el día preguntando cuándo nos vamos a marchar”. Ella siempre le decía lo mismo: “Cuando se pueda”. Parece que ahora al fin se puede y que van a dejar atrás unas cuatro paredes en las que han sido muy felices pero en las que no pueden seguir viviendo mucho más tiempo en estas condiciones.
Justamente en frente, en la tienda de ultramarinos Hermanos Romeral, su propietario estádeseando que el Ayuntamiento tire los pisos. “Que los quite ya, que eso sólo trae ratas y problemas, y que haga más pisos mejor que un parque”, comentan. Después de llevar toda su vida allí, su caja ha notado y mucho la marcha de más de un centenar de clientes.

Un barrio“dantesco, propio de posguerra y desolador”

Hasta esta última semana además de una imagen desoladora, lo que Macarena y Marcos veían al asomarse a su ventana era un cúmulo de escombros. Escombros que ahora han desaparecido tras ejecutar el Ayuntamiento labores de limpieza. Días antes Foro Ciudadano denunciaba el abandono de la zona tras una visita del portavoz de esta formación, Raúl Ramírez, y el concejal Manuel Rosa a la barriada. Junto con el presidente vecinal Juan Atienza, los miembros de esta organización política comprobaron el “deplorable” de los pisos. Por ello, anunciaron que solicitarán en el próximo pleno municipal del presente mes de febrero que el Gobierno local del PP acometa la demolición urgente de estos antiguos pisos y poner a fin a la incertidumbre e inseguridad que sufre esta parte del Distrito Sur.  No será necesario que lleven esta propuesta. El Consistorio les ha replicado asegurando que los primeros derrumbes arrancarán en marzo.
“El derribo es algo que, según se comprometió el equipo de gobierno, ya debía estar hecho, pues incluso hablaron de que estarían los trabajos listos antes del presente mes de febrero”, manifestó Ramírez, quien trasladó el “profundo malestar e inquietud de los muchos vecinos y vecinas de la zona y del entorno de esos bloques que se han convertido en focos de actos vandálicos, saqueos e insalubridad”. 
Además de alertar de la cercanía del el CEIP San Vicente de Paúl y el CEIP Poeta Carlos Álvarez, con entradas justo al lado de bloques, donde “ están apareciendo infinidad de ratas”, desde Foro criticaron que a día de hoy el aspecto del viejo Cerrofruto” es totalmente dantesco y desolador, propio del Tercer Mundo o de un ambiente de posguerra. Mientras tanto, según Ramírez, la última vez que la alcaldesa fue a visitar esta zona fue en noviembre de 2010.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN