Hay que salir del miedo, sembrar la esperanza, que hay elecciones a la vuelta de la esquina
La economía real es como un puchero del banco de alimentos, de garbanzos, arroz o cabello de ángel, mucho cabello de ángel. Sin verduras, ni carne, ni tocino, vamos que no se puede tragar.
Va tan mal que la estrategia es taparla, ignorarla, maquillarla con cifras para que no se entienda. Estas cifras, que nadie sabe que retratan exactamente, sólo las usan los políticos cuando les son favorables. Cuando no, sólo son eso, listados de números.
Ante la falta de justificaciones y argumentos, sirven de arma arrojadiza. Mira que te tiro las estadísticas a la cabeza, que las traigo anotadas. Y a eso le llaman debate.
Lo cuál deja claras tres cosas, la situación real de gran parte de los ciudadanos es desesperada, nadie sabe cómo mejorar las cosas y nuestra clase política carece de ideas sobre lo que se puede hacer. Lo fían todo a que el tiempo pase, que no hay mal que cien años dure.
En la televisión sale el ministro diciendo que la economía sube ya, que sube, que está subiendo y la gente saca la cabeza por la ventana diciendo ¡Dios mío!, ¿por dónde?A lo mejor, ha encontrado trabajo alguien de mi bloque y no me he enterado.No, de la que se habla es de otra economía, no la real. Y si no es real ¿para qué se habla de ella?
Porque lo que se ofrece en grandes titulares es puro humo.Será para ilusionar, nunca se ha vendido más ilusión que ahora. Ni siquiera en el noventa y dos, con tasas de paro semejantes. Hay que salir del miedo, sembrar la esperanza, que hay elecciones a la vuelta de la esquina.
Cómo si no supiéramos como terminan los cuentos de hadas. Si estás muerto de hambre y te encuentras una casita de chocolate, que sepas que esa casa no es tuya y enseguida saldrán para echarte. Los que viven allí no están en la economía real, sino en la otra, en la de los que se compran ferraris gracias a la crisis mientras los demás son empobrecidos, desahuciados, se mudan a casa de los padres.
Su economía se alimenta del hambre y colabora con los bancos de alimentos. Muchos de ellos dirigidos por grandes ejecutivos de empresas rescatadas con dinero público, que ahora colaboran con las ONGs. ¿Será para devolver algo de lo que les hemos dado? Ojalá. En realidad, con la miseria están haciendo negocio.
Los bancos de alimentos les han solucionado a las empresas deshacerse de los excedentes, vía beneficios fiscales, cuando antes eran un problema, porque bajaban los precios.Nosotros mismos enriquecemos a nuestro supermercado, comprándole lo que vamos a donar en el stand que, generosamente, han dejado colocar en las salidas.