Sólo uno de cada veinte agricultores tiene menos de 35 años. Es más, en la próxima década, seis de cada diez agricultores entrarán en edad de jubilación. Los datos, a nivel nacional, hablan incluso de que el campo español necesitará incorporar veinte mil nuevos agricultores cada año para garantizar un “relevo generacional sostenible”; sin embargo, la cifra actual apenas supera las 8.500 solicitudes, “claramente por debajo de las que serían recomendables para asegurar la viabilidad de un modelo social y profesional de agricultura”, apuntan desde la organización agraria COAG, que ha impulsado este año el movimiento #SomosNuestraTierra para “acelerar la incorporación de jóvenes al sector”.
También desde Asaja Cádiz, su presidente Pedro Gallardo ha hecho de esta cuestión una de sus prioridades y no pierde ocasión en insistir en que “hay que rejuvenecer el campo y hay que estimular a los jóvenes para que vuelvan al campo”. De momento, celebra que “nuestras reivindicaciones constantes” hayan dado como resultado que la Junta haya dado un giro a la gestión de las líneas de ayudas. “Se han agilizado los pagos a los jóvenes agricultores y se ha modificado con mejoras importantes las bases reguladoras de estas ayudas”.
También Miguel Pérez, secretario general de COAG Cádiz, en unas declaraciones a 7 TV, manifestaba recientemente que “el campo ha ganado mucho, está de moda, y eso es bueno. Se ha convertido en un sector refugio de empleo. Hasta el punto de que durante un tiempo dio mucho empleo a población inmigrante, y ahora está dando de nuevo empleo a población local. Creo que el campo ha resurgido y que hay una vuelta al campo y con un mayor prestigio al que había antes”.
No obstante, frente al empeño de las organizaciones agrarias, las ayudas y compromisos adquiridos por la administración autonómica y la nueva realidad social de la provincia, el relevo generacional y la incorporación de jóvenes al sector agrario no resulta tan fluida como era de esperar y como sería deseable, y pese a las buenas experiencias que se están registrando dentro de la propia campiña de Jerez. La clave, según los testimonios de los propios profesionales del campo se centra en dos cuestiones fundamentales: de un lado, la dificultad para conseguir las ayudas y la lentitud del abono de las mismas; y, del otro, las rentas agrarias, que en muchos casos no resultan lo suficientemente beneficiosas como para dar el paso.
“El campo de Jerez me da mucha pena. El hecho de ir a una reunión y que el 90% de la gente sea mayor es un ejemplo. Y cuando digo mayor es que son personas que ya tendrían que estar disfrutando en su casa o en la playa con los nietos. No hay relevo generacional”. Así lo pone de manifiesto Manuel Galán, quien hace cinco años decidió dejar atrás la profesión a la que se había dedicado para trabajar en la viña familiar. La experiencia, asegura, ha sido más que satisfactoria, pero también le permite atestiguar la escasa presencia de jóvenes en el sector.
“Yo aconsejaría a los jóvenes a que dieran el paso, sobre todo si tienen familia dedicada al campo, pero también a emprendedores a los que les pique la curiosidad. Les invito a que den el paso”, ya que, en las actuales circunstancias, “el relevo generacional no existe. Hay cuatro o cinco valientes que somos los que venimos, porque nos da pena que una empresa que funcione desaparezca con nosotros. De hecho, mi proyecto ya es evolucionar para que mis hijos y sobrinos la vean como una empresa atractiva y puedan seguir después de nosotros”.
En su opinión, “no hay relevo por desconocimiento. La gente no sabe lo bonito que es el campo, no se da en ningún colegio, y no creo que ni el gobierno ni las instituciones fomenten lo que es venir al campo a trabajar. Se tienen muchas ideas, pero no se facilita la entrada de nadie”.
Galán procede de una familia dedicada al campo desde hace varias generaciones, “pero mi padre fue el primero que nos quiso dar estudios, para que no tuviéramos que dedicarnos directamente al campo”. Él y sus dos hermanos estudiaron diferentes carreras y cada uno emprendió una dirección lejos de Jerez. En el caso de Manuel tenía ya su trabajo y su negocio en Marbella, cuando recibió la llamada de un amigo de su padre que ejerció como “intermediario” para proponerle si quería tomar las riendas del negocio familiar. Han pasado ya cinco años desde entonces y reconoce estar “muy contento”.
“El primer día que llegué al campo, cuando me puse a escuchar a los trabajadores era como si me hablaran en chino. No te enteras de nada. Pero me gusta mucho el trato con los mayores, aprendes mucho de ellos, y siempre que puedo hecho el día con ellos. Hay que estar atento a muchas cosas, el personal, los cultivos, las plagas, y es increíble el tiempo que se pierde administrativamente en el campo”, aunque lo que lamenta es el retraso tecnológico: “Tecnológicamente hoy día se puede hacer todo, y ves que aquí en el campo de Jerez todavía te tienes que levantar a las 12 de la noche a cerrar una llave de riego, o tienes que ir mirando el cultivo de punta a punta, y creo que ese trabajo se puede llevar ya a cabo más fácil, y hay que facilitarlo”.
Ganadera
El caso de Eva Vázquez es muy diferente al de Manuel Galán, ya que en su caso no había tradición familiar, pero sí coinciden tanto en las satisfacciones como en la visión del sector.
Lo suyo ha sido incorporación pura y dura, y la única referencia era la de la familia de su marido, que sí ha estado más vinculada al campo. En 2015, y tras un embarazo, decidió con su marido emprender una explotación ganadera en San Isidro del Guadalete. “Compramos doce cabras, doce chivitas, y las criamos con leche, y después compramos otras doce. Y así fuimos aumentando la explotación”. Ahora tienen unas 240 y producen casi 550 litros de leche diarios que les adquiere una empresa francesa que opera en nuestro país.
“La experiencia es muy bonita, a mí me gusta mucho, los animales me encantan, pero creo que los precios que hay ahora en el campo deberían ser más favorables para el agricultor y el ganadero, para compensar un poco más, porque las rentas del campo son mínimas, y si esto no se arregla, el relevo generacional no va a ir para adelante, porque si la gente joven ve que no tiene futuro en el campo, no apuesta por esto y se busca otras alternativas”, expone.
Eva Vázquez considera asimismo, que no hay que hablar sólo de relevo, sino de “incorporación. Debería haber más ayudas que apoyen a la juventud a meterse en el sector agrario. Lo primero que hay que arreglar son los precios, porque si la juventud ve que eso no se arregla, no van a animarse si no es un sector que no les compensa. Al final se aburren. El Gobierno y las industrias deberían mirar más por los precios del campo, ya que si no se apuesta por la alimentación del futuro y que los jóvenes se incorporen, vamos mal”.
Ella misma admite que es un trabajo “muy sacrificado, pero también te tiene que gustar. “Aquí no se descansa. Hay que ordeñar las cabras todos los días y darles de comer todos los días. No se puede parar. Sin vacaciones. No nos las podemos permitir por ahora”, y entiende que “cualquiera que escuche esto se tira para atrás antes de emprender en el campo, pero si los precios suben y se mantienen en un nivel para vivir, es tu negocio, no dependes de nadie, nadie me manda, y me parece perfecto. Yo estoy muy bien”.
De momento, entre sus aspiraciones está la de montar su propia quesería, aunque todo dependerá de la evolución de los precios de la leche. “Hemos estados casi cuatro años con los precios por los suelos. Ya el año pasado subieron un poco y este año va la cosa para arriba, esperemos que siga así. No es que los queramos por las nubes, pero que cubran costes de producción y se mantengan”.
Doble objetivo
Pedro Gallardo, presidente de Asaja Cádiz, instaba recientemente a “decirle a nuestros hijos que en este sector hay futuro y que se preparen y estudien para hacerlo mejor que nosotros”, convencido de la importancia de fomentar en los jóvenes la vocación y la entrega a esta profesión. Por su parte, el responsable de Juventudes Agrarias de COAG Cádiz, José Miguel López, ha defendido la “incorporación al campo como una salida profesional y de futuro para miles de jóvenes desempleados de la provincia”. Relevo generacional e incorporación de los jóvenes al campo: un doble objetivo que aspira a poner fin a la que sigue siendo una asignatura pendiente.
Manuel Galán
Manuel Galán estudió Empresariales y Márketing. Tenía su empleo y estaba instalado en Marbella, pero a los 35 años decidió dar el paso y seguir la tradición familiar. Lo hizo casi “a ciegas, sin saber que había ayudas para el campo, para el relevo generacional. Me puse a estudiar y vi el tipo de ayudas que había para la incorporación a la empresa agraria de los jóvenes. Te dan un dinero a fondo perdido, del que hasta ahora sólo me han abonado el 75%. Tienes que hacer un proyecto empresarial en el que te comprometes a hacer una serie de inversiones, a adquirir tierras, dar trabajo, y en función de eso hay una serie de baremos que te puntúan, y los que más puntos tienen van recibiendo las asignaciones económicas”.
Eva María Vázquez
Eva María Vázquez es auxiliar de Enfermería y trabajaba en un geriátrico. En 2015, animada por su marido, compraron las primeras chivitas y en poco tiempo ya pensaron en montar su propia explotación. “Salieron publicadas unas subvenciones para incorporación al sector agrario y me acogí a una de ellas y me la concedieron. La verdad que fue bastante importante, porque para montar esto se necesita mucho dinero. Sin la ayuda no podría haber seguido pagando la instalación, ya que también hemos tenido que pedir préstamos. Las ayudas han venido un poco tarde, la verdad, pero ya he cobrado el cien por cien, aunque conozco a muchas personas que todavía no han cobrado la totalidad”.
Incentivos desde la Junta hasta la ITI
Las principales organizaciones agrarias de la provincia, Asaja y COAG, coinciden en reivindicar a las administraciones públicas más ayudas, y más inmediatas, para la incorporación de jóvenes al mundo del campo. PP y Ciudadanos, socios del nuevo gobierno en la Junta de Andalucía, no han parado de tomar nota de las mismas. La formación naranja, por ejemplo, aboga por impulsar ayudas en I+D y mejorar la formación para impulsar la agricultura y garantizar el relevo generacional en el campo. La delegada del Gobierno en la provincia, Ana Mestre, se ha comprometido a “simplificar la legislación existente y eliminar trabas burocráticas” a través de un Plan de Desarrollo Rural con el que intentan “iniciar una revolución en el campo. No podemos seguir siendo menos, incentivaremos el relevo generacional y valoraremos todo lo que aporten los jóvenes agricultores”. A ello hay que sumar las ayudas publicadas el año pasado y con cargo a los fondos ITI para la incorporación a la actividad agraria. En total, 13 millones de euros en ayudas para incentivar la incorporación de los jóvenes a la actividad agraria. Estas ayudas van dirigidas a personas que tengan entre 18 y 40 años de edad, inclusive, y que vayan a instalarse como personas jóvenes agricultoras en una explotación agraria ubicada en la provincia de Cádiz.
Pero, además de las ayudas, hay otras iniciativas que también han beneficiado, en este caso, al relevo generacional dentro de una misma explotación agraria, a partir de la supresión del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, “que ha sido un alivio para el campo, ya que se trataba de un impuesto injusto que suponía una traba al relevo generacional”, en palabras de Pedro Gallardo, presidente de Asaja Cádiz, organización que llevaba años reclamando esta medida.