Madrid es una ciudad única. El domingo 12 celebraba ya San Isidro, el patrón, que es el 15 de mayo. Madrid es una capital transversal, tolerante, global, inclusiva, porque, como escribió Francisco Umbral, la construyeron entre Carlos III y un albañil de Jaén. Ese domingo en Cataluña fueron las elecciones autonómicas, y allí ocurre algo semejante a lo que escribió Paul Auster: “Teníamos todas las piezas, pero no sabíamos cómo encajarlas”. Madrid mantiene sus tradiciones a ritmo de chulapa. O de La Violetera.
El domingo se estrenó el espectáculo ‘Por la calle de la zarzuela’, en el Teatro Calderón, un espectáculo delicado, suave, moderadamente nostálgico, castizo, y muy madriles. Con un título que remite a ‘Por la calle de Alcalá’, gran éxito teatral de mediados de los 80, revista protagonizada por Esperanza Roy, que en 1984 se representó en el Calderón a ritmo de “cómpreme nardos caballero.”. Y ‘Los nardos’, de la revista ‘Las Leandras’, cerró este espectáculo con el público entregado, puesto en pie a golpe de melancolía de un pasado que se convierte en presente.
‘Por la calle de la zarzuela’ cuenta con un coro de 40 voces, diez solistas, dirección musical de Rafael Albiñana y dirección artística de Alberto Frías. María Rodríguez encendió la platea cuando se lanzó decididamente a cantar: “De España vengo, de España soy/y mi cara serrana lo va diciendo./He nacido en España por donde voy”. Pienso al oírla que una canción tan normal, ahora incluso parece políticamente incorrecta (pero eso es aparte, sigamos). Y aparece la malagueña Lara Chaves, convertida aquí en chulapona madrileña de toda la vida, y grita “tabacos, cerillas”, de la revista ‘Las de Villadiego’, y se lamenta: “Cuando algunos se paran, y pretenden meterse en el negocio”. Y se señala discretamente ahí, como pidiendo disculpas al público, como hacían aquellas vedettes de cuando entonces. Lara Chaves está chulapa, guaponaza y artistona.
Ramón Gómez de la Serna escribió que “Madrid es meterse las manos en los bolsillos como nadie”, y Alberto Frías, que también actúa además de dirigir, se mete en un momento dado las manos en los bolsillos como nadie. Hay un homenaje al viejo Madrid romántico de los cafés, del Paseo de Recoletos, enamoradizo e intelectual. Y dicen: “Ahí van una morena y una rubia, hijas del pueblo de Madrid”. O: “Voy con mi mantilla a los toros”. El género chico. Arte tan popular, tan del pueblo, tan de las raíces más hondas de la gente. Tan del pasado. Y tan actual.