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La Gatera

Mis libreros

Mis libreros echaron la persiana como tantos otros, con la incertidumbre de no saber cuándo volverían a levantarla, y sobre todo en qué condiciones lo harían...

Publicado: 01/04/2020 ·
22:50
· Actualizado: 01/04/2020 · 22:50
Autor

Rosa G. Perea

Rosa G. Perea es escritora. Es cofundadora del Club de Lectura del Ateneo de Sevilla y editora en Almuzara

La Gatera

Como escritora, editora y colaboradora en medios de comunicación, Rosa G. Perea habla de todo, predominando la cultura

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Mis libreros echaron la persiana como tantos otros, con la incertidumbre de no saber cuándo volverían a levantarla, y sobre todo en qué condiciones lo harían. Detrás de esa persiana se han quedado páginas y páginas de ilusiones, de nuevos mundos, de historias, de versos, de recetas de cocina, de colores infantiles, de caballeros medievales o de personajes terroríficos, y de todo ese entramado emocional y vital que llamamos cultura. Pero no solo eso, se han quedado también los nervios del autor que firmaba ejemplares de su nueva novela, la mirada curiosa del niño que compra su primer libro, o del abuelo que busca la obra que le impida olvidar lo que ha ido atesorando durante tantos años, de la adolescente que compra el bestseller de su “influencer”, o del “cultureta” que bucea entre la literatura independiente. Detrás de esa persiana se ha quedado la vida envuelta en papel.


Porque mis libreros no son despachadores de libros, ni dispensadores de historias. Son consejeros, amigos, expertos. Guardianes de la llave del paraíso individual y secreto que uno crea cuando abre las páginas de un libro. Pero también son pequeños empresarios que con mucho esfuerzo capean el temporal diario de la subsistencia en un mundo cada vez más hostil para algo tan romántico, tan “trasnochado” como vender libros.


No me hable de regalar libros, porque libros gratis hay todo el año. Las bibliotecas son gratuitas y no he visto jamás colas para entrar y tomar prestados libros. La red está llena de libros libres de derechos que uno puede leer, y tampoco se colapsa con las descargas. No me hable de regalar libros, porque puestos a regalar objetos de primera necesidad, regalen pan, leche, huevos, medicinas… pero no les echen el cerrojo total a mis libreros pidiendo regalar sus libros.


Mis libreros en medio de esta pandemia no están quietos porque dentro de cada librero hay un guerrero curtido en todas estas batallas, y han activado sus páginas webs para poder seguir vendiendo, siguen haciendo sus recomendaciones a través de las redes sociales, graban videos, tocan la guitarra y hasta llenan sus perfiles de adivinanzas, de bromas, de vida cultural… Como si la persiana siguiera levantada, como si todavía estuvieran detrás de su mostrador esperándole.

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