Las jornadas pasan y la impaciencia se instala en Martiricos con una afición que ve a su equipo estancado en la Segunda División. Una vez más no se ha cumplido ese topicazo del “entrenador nuevo, victoria asegurada” (y ya van...). Lo que se vio en La Rosaleda ante el Villarreal ‘B’ fueron indicios de un equipo arrollador, pero en El Sardinero el Málaga estuvo más incómodo de lo normal y pasó a ser actor de reparto logrando un empate... y gracias.
Al término de la semana ocho,
el Málaga CF es penúltimo de LaLiga Smartbank con cinco puntos de los 24 que se han disputado. Esto, traducido a las estadísticas, significa igualar el peor arranque en Segunda en su historia. La última vez que se empezó tan mal fue con aquel CD Málaga en 1991 en la triste temporada de la desaparición.
Qué caprichoso el fútbol, cuando el equipo que más remata a puerta de la categoría solo lleva seis goles a favor y 13 en contra para cinco partidos consecutivos sin conocer la victoria. Es el lado negativo el que impera, porque lo único positivo y conformista es haber mantenido la portería a cero en Santander evidenciando la mejora en el orden que ha traído Pepe Mel. Y eso que la defensa anda en horas bajas.
Erráticos
El Málaga Pepe Mel se olvidó de cómo atacar con sentido en Santander. El técnico esbozó un primer diagnóstico de su equipo tras el empate: “Nos han penalizado dos cosas: no hemos sido capaces de enlazar tres pases seguidos en el centro del campo y también tuvimos pérdidas en la salida de balón. Hay fases donde se tiene que ir más directo”.
Dio en la clave Mel, pues
el equipo contabilizó más de 100 pérdidas y pases mal dados en el partido y no entendió qué ritmo debía imponer a su rival. Cuando tocaba ser más vertical, hacía lo contrario y viceversa. Los cuatro tiros a puerta fueron blanditos y a las manos del portero, tres de ellos venidos de remates de cabeza desde centro lateral. Por dentro, ni Gallar ni Fran Villalba encontraron forma de conectar con Castro.
Será una semana larga para el equipo, que vuelve a La Rosaleda el domingo ante el
Andorra. Hay tiempo de reajustar errores, pero la pelota está ahora en el tejado de esos jugones imprecisos que no aparecen.