El personal sanitario y los voluntarios de la Fundación Cudeca trabajan a diario para dar dignidad y calidad a los últimos momentos de vida de cada persona y sobre todo aliviar el dolor de los pacientes y sus familiares. Son los llamados cuidados paliativos, fundamentales pero aún infrafinanciados. Cudeca solo en Málaga atendió el año pasado a 1.900 pacientes, cifra que aumenta cada año y alertan de que estos cuidados solo llegan al 40 por ciento de la población.
Carolina asegura que su madre se fue “como quiso irse, desde el amor más absoluto y desde la comprensión de su fe cristiana”.Carolina de la Paz conoce bien qué significan los cuidados paliativos. Su madre Justi tenía esclerosis múltiple con otras patologías. Durante dos años recibió cuidados paliativos en casa, de lo que se encargaba Cudeca, hasta que su cuerpo no pudo más y fue hospitalizada: “La enfermedad avanzó esos quince días, hasta que en una conversación entre el capellán del Hospital Marítimo, la doctora Segura y ella, mi madre dijo ahora sí”. Justi fue libre hasta su último aliento, Carolina asegura que su madre se fue “como quiso irse, desde el amor más absoluto y desde la comprensión de su fe cristiana”. Justi falleció en una habitación del Marítimo “súper cuidada, con mimos y con el amor profundo que el personal pone”: “Para nosotros como familiares fue un regalo ver que nuestra madre se iba desde el amor, es brutalmente bonito”.
El proceso no fue fácil, porque Justi “decidió no aceptar la sedación”. “Para mis tres hermanos y para mí fue muy difícil aceptarlo, no entendía porque aceptaba aguantar tanto dolor y ella decía que se iba a ir cuando Dios quisiera”, ha confesado Carolina, explicando que tuvo una sesión con la psicóloga del hospital: “Me enfadé y la psicóloga me ayudó a entenderlo y dejé de sufrir. A pesar de que la enfermedad fue una cárcel para mi madre, ella era una persona absolutamente libre y desde esa libertad eligió vivirlo desde ahí”. Los cuidadores “tienen que dejarse cuidar también”, ha aconsejado.
Cristina Segura, médica de la unidad Cuidados Paliativos del Hospital Virgen de la Victoria, doctora que atendió a Justi, cuenta que el personal sanitario tiene la labor de “sentarse al lado del sufrimiento, porque atendemos a pacientes en el momento más frágil de su vida, cuando te dicen que no hay opciones de tratamiento”. Su empeño es “aliviar ese sufrimiento, porque quitarlo no es fácil”. Lo hacen a través de tres líneas. Por un lado el control de síntomas, “el principal es el dolor”; también apoyan a la familia aplicando “todos los recursos sociales” ante la “inestabilidad laboral” de los cuidadores; y, por último, los profesionales ayudan a los pacientes y la familias a “afrontar” lo que está pasando, porque “a veces nos cuesta entender la enfermedad y con un apoyo psicológico podemos intentar dar recursos para mejorar esa situación”.
“Somos”, ha dicho la doctora Segura, un “recurso avanzado” de cuidados paliativos para la atención de los pacientes en la fase final de su vida. Existe la hospitalización de agudos de larga y media estancia en el Hospital Marítimo y la atención domiciliaria, que piden a través de Cudeca.
Sin embargo, los cuidados paliativos no llegan a todo el mundo. Crecen los pacientes, pero no los recursos. Marisa Martín, directora médico de la Fundación Cudeca, ha informado de que hace once años atendían una media de “unos 700 pacientes anuales y ahora a 1.900, se ha multiplicado un 230 por ciento”.
“Más recursos”, ha pedido, para cuidar física y psicológicamente a los pacientes y sus familias. Estas cargan con el sufrimiento de sus seres queridos y el dolor de perderlos: “La necesidad está ahí, es un derecho y la comunidad ya conocer los cuidados paliativos; que no solo es para pacientes con cáncer, sino para cualquier tipo de enfermedad y edad, sean niños o adultos”. Cudeca complementa con servicios gratis el trabajo que hacen desde los hospitales malagueños.