Acaba de desnudar su alma en el Teatro Cervantes. ¿Cómo fue la experiencia?
–Muy satisfactoria. La sensación fue muy buena, hubo mucho público, muy contento. Málaga de Cámara organizó este espectáculo y participé junto a la poeta malagueña María Eloy-García.
¿Lo de Málaga fue un alto en un camino repleto de proyectos?
–La verdad es que ha sido un verano de mucho trabajo, con Que dios nos perdone, de Rodrigo Sorogoyen, y Tarde para la ira, de Raúl Arévalo, pero ahora estoy haciendo un papel pequeño en una película húngara, Aurora Borealis, de la cineasta Márta Mészáros. He estado unos días de rodaje en Budapest.
Es un actor muy polifacético, pero ¿le queda algo por hacer?
–Desde un punto de vista profesional lo que más me inquietaba de niño fue ser futbolista y claro, no tenía cualidades (risas). Ya después, ejercer el periodismo y la interpretación han sido posible. Creo que lo mejor es disfrutar con lo que haces.
Lo dejó todo, su carrera como periodista, y marchó a Madrid en busca de un sueño, ser actor. Después de más de veinte años en la profesión, ¿qué representa para usted interpretar un papel?
–Siempre tenía el gusanillo desde mi adolescencia y siempre sentía la necesidad de contar historias. Ya en la Facultad de Periodismo, en la Universidad Complutense, empecé a macerar este
sueño y a sentirlo como algo natural. Recuerdo las clases de interpretación cuando decía “¡¡esto es lo que me mola!!”. Y a partir de ahí, todo muy difícil, como mucha otra gente.
¿Se puede vivir de esto?
–Es muy complicado. Oigo desde siempre que sólo el 10 por ciento puede vivir exclusivamente de esto. Los recortes en los salarios son también un hecho; es una profesión que para solicitar el paro es muy complicado, porque muchas veces son contratos de un día. La crisis ha golpeado fuerte al sector del cine, desde las ayudas del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA), que han descendido a la mitad, hasta todo. Y no lo digo llorando pero lo que es una evidencia es que el 1 por ciento de las personas del mundo son los que tienen toda la pasta.
Usted es de aquellos que no le tiembla la voz y habla con claridad de la actualidad
–Sabes que 85 personas tienen más dinero que el resto del planeta, que son las personas que caben en un autobús. Y en España, más de lo mismo. El 1 por ciento de la población son ricos y tienen el mismo dinero que el 99 por ciento restante. Es que todo es una mentira; se habla de crear riqueza, la riqueza ya existe; el problema es otro. El libro Los amos del mundo, de Juan Torres y Vicenç Navarro, explica cómo la banca crea dinero de la nada y cómo la economía real es un 10% y la financiera es el 90% de la riqueza.
Las elecciones generales del 20D están a la vuelta de la esquina... ¿Qué le parece el panorama político que se vislumbra?
–La verdad es que soy muy pesimista. Pensé en la posibilidad de una confluencia, como ha sucedido en los ayuntamientos en las elecciones municipales. Fue muy esperanzador lo que pasó en Barcelona con Ada Colau, en Madrid con Manuela Carmena, o lo de Cádiz sí se puede. Tenía mucha ilusión con un gran proyecto ciudadano, pero eso ha sido fagocitado. Las grandes empresas
están apoyando a Ciudadanos y está cogiendo impulso, pero creo que es más de lo mismo. La gente piensa que va a haber un cambio, es maquillaje. Lo que sí aprendí de mis años como periodista es que estar informados y llegar ala verdad es muy difícil.
En su momento celebró la llegada de Ada Colau y Manuela Carmena a las alcaldías. ¿Ahora opina lo mismo?
–Lo que sé y lo que me cuenta gente cercana es que lo están haciendo fantásticamente.
Lo que dicen los medios de comunicación es distinto. Hay una cosa más perversa que la censura, la autocensura.
En su oficio de actor como en expresar su opinión sobre la política se aleja de posiciones cómodas. ¿Cree que puede perjudicarle mostrar su visión?
–No me lo planteo. Por mi trabajo me surgen entrevistas, me preguntan y contesto como ciudadano. Los de arriba siempre dicen que la gente del cine habla mucho. No creo que hablemos cosas
diferentes a lo que se comenta en la calle. Hablamos lo que a todos nos preocupa; la única diferencia es que nosotros tenemos un altavoz para difundir las opiniones.
¿Qué le pareció el debate entre Albert Rivera y Pablo Iglesias en un programa de televisión?
–Hubo un momento en que Rivera dijo que lo primero que había que hacer es crear riqueza, y lo quité (risas). Me parece un cuento chino esto de crear riqueza. La riqueza ya existe, lo que hay que hacer es distribuirla. Por ejemplo, el tarifazo eléctrico es una maniobra para favorecer a las grandes multinacionales; se legisla para lo mismo, para favorecer a ese 1 por ciento.
Si fuera político¿qué haría?
–Hay que cambiar la manera de fabricar las cosas, poner control a la inmensa riqueza financiera; hay recursos de sobra para que todos vivamos bien. Que no me cuenten tonterías.
¿Piensa que esa persona que podría cambiarlo todo sería Pablo Iglesias?
–No creo en proyectos mesiánicos, de personas. Es verdad que conocí personalmente a Pablo Iglesias en una entrevista en el programa Otra vuelta de tuerka y no me pareció nada la imagen que se ha difundido de él, mesiánico, sectario... Me pareció un buen tío, hubo una buena sintonía. Para mí, la gente que dice lo que piensa es un signo de sinceridad; los que dicen lo que el márketing político establece, pues no.
Por sus palabras veo que Albert Rivera no le convence...
–Albert Rivera está viviendo un momento emergente, pero tengo clarísimo, clarísimo, que Ciudadanos no representa el cambio en España. Y ni el PSOE, ni el PP. Me da pena que las conversaciones entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón no llegaran a más. No obstante,
creo que el cambio real nunca va a venir de una manera vertical, sino horizontal; desde nosotros. Pienso que los ciudadanos debemos crear una sociedad más justa e igualitaria entre todos.