El acusado se enfrenta en Málaga a trece años de prisión por presuntamente maltratar y forzar a su mujer a tener sexo porque era "su obligación"
Un hombre que se enfrenta a trece años de prisión por presuntamente maltratar y agredir sexualmente a su mujer ha negado los hechos y ha reconocido, como le dice su hija, que puede ser "un poco prehistórico", aunque ha rechazado ser un maltratador o un violador.
El procesado ha sido juzgado hoy en la Audiencia Provincial de Málaga y durante su declaración ha asegurado al Tribunal que nunca se preocupó por sus dos hijas al estar trabajando todo el día, "les ha faltado el roce y el cariño, pero nunca he sido un maltratador ni un violador", ha insistido.
Ha lamentado ser un "padre de fines de semana", al tiempo que ha afirmado que se dedicaba a mantener a su familia hasta que se quedó en paro en 2009.
El juicio ha quedado hoy visto para sentencia y el fiscal durante su alegato final ha mantenido que el acusado maltrató y agredió sexualmente a su mujer mientras supuestamente le propinaba tortazos, cabezazos y la insultaba en el domicilio familiar.
La pareja estuvo casada durante veinticinco años y durante el tiempo de convivencia, según la acusación, el acusado maltrató psíquicamente a la perjudicada a la que le profirió insultos y descalificaciones tales como "puerca, mala madre, inútil, no sirves para nada y no sabes limpiar".
Varios peritos que han declarado han mantenido la tesis de que hubo una normalización de la violencia durante años, ya que la víctima tiene una alta tolerancia al maltrato psicológico y que llegó a aceptar y pactar tener relaciones sexuales los domingos para evitar un clima más hostil.
Estos peritos mantienen que la escalada de maltrato fue aumentando y progresando y empeoró tras quedarse el acusado en el paro; tolerancia que creen los expertos que hubiese mantenido la víctima, si no hubiera existido el episodio de la presunta agresión sexual.
El fiscal mantiene que la agresión sexual fue cometida sobre las 23.45 horas del 6 de julio de 2014, cuando la mujer estaba en la cama de su habitación y apareció el procesado y le exigió mantener relaciones sexuales.
Ante su negativa le dijo "es tu obligación, ya está bien de ningunearme", al tiempo que la agarraba fuertemente de la cabeza y le obligaba a mantener relaciones pese a la oposición de la misma.
El ministerio público mantiene que durante la agresión sexual le propinó tortazos, cabezazos y la insultó y a consecuencia de los hechos la víctima sufrió eritemas en la cara, brazos y en la parte interna del labio derecho.
La acusación también mantiene que durante los años de convivencia el acusado "mantenía un control sobre la vida social de la perjudicada" y que revisaba con quién salía en cada momento además de impedirle relaciones con su familiares y amistades.
A consecuencia de estos hechos, la perjudicada presenta un trastorno de ansiedad leve que precisa de tratamiento farmacológico y psicoterápico.
La defensa ha negado los hechos y ha asegurado que no hubo agresión sexual, ni maltrato, ni violencia, al tiempo que ha explicado que estamos frente a un matrimonio deteriorado y que aunque pudo haber una mala actitud por parte de su cliente fue consentida por ambos, hasta que un día la mujer decidió romper y lo acusó de agresión sexual.
El fiscal en sus conclusiones finales insta a que se le prohíba aproximarse a la víctima o a su domicilio en un radio no inferior a 500 metros durante diecisiete años.
En cuando a responsabilidad civil, el fiscal pide que el acusado indemnice a la expareja por las lesiones y daños morales con 41.140 euros y que se le prive del derecho de tenencia y porte de armas durante seis años.