Investigadores de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) han descubierto que los meteoritos pueden guardar relación con el origen de las nubes de Marte. Los astrónomos han observado durante mucho tiempo las nubes de la atmósfera media del Planeta Rojo, que comienza a unos 30 kilómetros sobre la superficie, pero hasta ahora no han sabido explicar cómo se formaron.
Ahora, un nuevo estudio, publicado en la revista 'Nature Geoscience', examina esas tenues acumulaciones y sugiere que deben su existencia a un fenómeno llamado 'humo meteórico': esencialmente, el polvo helado creado por los escombros del espacio en la atmósfera del planeta.
Los hallazgos son un buen recordatorio de que los planetas y sus patrones climáticos no están aislados de los sistemas solares que los rodean.
"Estamos acostumbrados a pensar en la Tierra, Marte y otros cuerpos como estos planetas realmente autónomos que determinan sus propios climas --apunta Victoria Hartwick, estudiante graduada en el Departamento de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas (ATOC) y autora principal de la investigación--. Pero el clima no es independiente del sistema solar circundante".
La investigación, en la que han participado como coautores Brian Toon, de la Universidad de Colorado, y Nicholas Heavens, la Hampton University de Virginia, se basa en un hecho básico sobre las nubes: no salen de la nada.
"Las nubes no se forman por sí solas --amplía Hartwick, también del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado--. Necesitan algo en lo que puedan condensarse".
En la Tierra, por ejemplo, las nubes bajas comienzan a formarse como diminutos granos de sal marina o polvo que se elevan en el aire. Las moléculas de agua se agrupan alrededor de estas partículas, haciéndose cada vez más grandes hasta que forman las grandes nubes que se pueden ver desde el suelo.
Pero, según creen los científicos ese tipo de 'semillas de nube no existen en la atmósfera media de Marte, recuerda Hartwick, y eso fue lo que la llevó junto a sus colegas a fijarse en los meteoros.
Hartwick explica que, de media, entre dos y tres toneladas de desechos espaciales se estrellan contra Marte todos los días. Y a medida que esos meteoros se desintegran en la atmósfera del planeta, inyectan un enorme volumen de polvo en el aire.
Para descubrir si ese polvo sería suficiente para dar lugar a las misteriosas nubes de Marte, el equipo de Hartwick recurrió a simulaciones de computadora masivas que intentan imitar los flujos y la turbulencia de la atmósfera del planeta. Y, por supuesto, cuando incluyeron meteoros en sus cálculos, aparecieron nubes.
"Nuestro modelo no podía formar nubes en estas altitudes antes --admite Hartwick--. Pero ahora, todas están allí y parecen estar en los lugares correctos".
La idea podría no ser tan extravagante como parece, precisa. La investigación ha demostrado que una polvareda interplanetaria similar puede ayudar a sembrar nubes cerca de los polos de la Tierra.
Pero también advierte de que no se deberían esperar ver gigantescos truenos formándose sobre la superficie de Marte en el corto plazo. Las nubes que estudió su equipo eran mucho más como trozos de algodón de azúcar que las nubes a las que están acostumbrados los terrícolas.
"Pero solo porque sean tenues y no se puedan ver realmente no significa que no puedan tener un efecto en la dinámica del clima", aclara Hartwick.
Las simulaciones de los investigadores, por ejemplo, mostraron que las nubes de la atmósfera media podrían tener un gran impacto en el clima marciano. Dependiendo de dónde miraba el equipo, esas nubes podrían causar que las temperaturas en altitudes elevadas suban o bajen hasta 10 grados Centígrados.
Y ese impacto climático es lo que entusiasma al científico Brian Toon, quien considera que los hallazgos del equipo sobre las nubes marcianas de hoy en día también pueden ayudar a revelar la evolución pasada del planeta y cómo una vez logró soportar el agua líquida en su superficie.
"Cada vez más modelos climáticos encuentran que el antiguo clima de Marte, cuando los ríos fluían a través de su superficie y la vida podría haberse originado, se calentó con las nubes de gran altitud -relata Toon--. Es probable que este descubrimiento se convierta en una parte importante de esa idea para calentar Marte".