Abarcará un área aún más amplia que la del muro físico de 186 kilómetros, cuya construcción acaba de concluir.
Polonia instalará a lo largo de su frontera con Bielorrusia un dispositivo de vigilancia electrónica que abarcará un área aún más amplia que la del muro físico de 186 kilómetros, cuya construcción acaba de concluir.
La portavoz de la guardia de Fronteras polaca, Anna Michalska, explicó este lunes en declaraciones a la prensa en Varsovia que la barrera física que ya existe sólo será "completamente funcional" después de la instalación de una barrera electrónica que cubrirá lugares donde la orografía ha impedido instalar vallas.
Según Michalska, se colocarán más de 2.500 cámaras de vigilancia diurna y nocturna y se emplearán más de 600 kilómetros de cables, lo que, junto a dispositivos de vigilancia perimetral y otros elementos de seguridad, permitirá controlar 202 de los aproximadamente 400 kilómetros de la frontera polaco-bielorrusa.
"El sistema informático tendrá su propia red eléctrica independiente y recibirá y transmitirá la información a través de una red independiente para evitar intrusiones o acceso no autorizado a los datos", dijo la portavoz.
El costo de este dispositivo de vigilancia es de aproximadamente 75 millones de euros, una cantidad muy superior a los 24 millones anunciados cuando se decidió emprender la construcción del muro en noviembre de 2021.
Esto ocurrió en el momento álgido de la oleada migratoria que impulsó a decenas de miles de personas a intentar penetrar en territorio polaco a través de Bielorrusia, según Varsovia con la ayuda de las autoridades de ese país.
La parte física del muro de 5,5 metros de altura, cuya construcción concluyó hace pocos días, costó algo más de 300 millones de euros, según el Gobierno polaco, que también mantiene desplegada una guarnición permanente de 2.500 efectivos en su frontera con Bielorrusia.
Por otro lado, el portavoz del ministerio de Exteriores polaco, Lukasz Jasina, informó este lunes de que Polonia valora imponer sanciones contra Bielorrusia por la destrucción en ese país de varios cementerios militares y monumentos en memoria de soldados polacos muertos durante la Segunda Guerra Mundial.
Según Jasina, cuando convocaron al embajador bielorruso para quejarse, éste no mostró una preocupación excesiva por lo sucedido y cuestionó la definición de cementerio.
"Para que veamos con quién estamos tratando", concluyó Jasina.
Recientemente, el Gobierno polaco desaconsejó a sus ciudadanos que viajen a Bielorrusia porque en caso de que empeoren las tensiones entre ambos países podría ser "imposible" evacuarlos".