Don Felipe de Borbón reclamó ayer unidad ante una crisis que revela “los grandes riesgos y desafíos” de la globalización, en la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias, en la que Ingrid Betancourt pidió romper “la maldición de la indiferencia” ante las cuestiones del terrorismo y la injusticia.
El Heredero de la Corona, que presidió junto a doña Letizia Ortiz un acto seguido por la Reina desde un palco del Teatro Campoamor de Oviedo, puntualizó que la gestión de la globalización requiere “un gran esfuerzo de cooperación y concertación mundial”, así como de un impulso “equilibrado y respetuoso con las responsabilidades de los Estados”.
El Príncipe pidió también unidad para enfrentar “solidariamente” los desastres naturales y las grandes emergencias, y para luchar “con eficacia y mediante los instrumentos del Estado de derecho contra el terrorismo y contra todas las formas del crimen organizado”.
Porque, según sus palabras, las realidades globales del mundo en el que vivimos “afectan a aspectos esenciales de nuestra existencia y condicionan nuestra libertad, progreso o bienestar”, ya que, de momento, se carece de soluciones eficaces.
Al Príncipe, que elogió a los ocho galardonados, le precedió en su discurso la ex candidata a la presidencia de Colombia Ingrid Betancourt, distinguida con el premio de la Concordia, que abogó por situarse “en la misma acera” de quienes no aceptaron el Holocausto nazi para que, igual que cayeron el muro de Berlín y el apartheid, desaparezca el terrorismo.
En “la más maravillosa de las citas” tras su liberación el pasado 2 de julio, Betancourt, visiblemente emocionada y con lágrimas que le obligaron a interrumpir su alocución, reclamó un cambio de valores en un momento en el que “los rascacielos de las finanzas del mundo parecen desplomarse sobre nosotros”.
Frente a la actitud que reproduce la de “quienes miraron al silencio partir hacia el infierno y no hicieron nada” durante el Holocausto nazi, pidió que, al igual que en las movilizaciones realizadas a nivel mundial para exigir la liberación de los secuestrados por las FARC, cada persona haga oír su voz para “salvar del olvido” a las víctimas de la arbitrariedad.
Así, hizo un llamamiento a la guerrilla de su país, “la misma locura revestida de otro uniforme, pero habitada de la misma crueldad” que el nazismo, para que repudie el secuestro para siempre si quieren dejar de ser considerados terroristas, y ha reivindicado para el conflicto que vive su país “diálogo, pero no impunidad”.
El filósofo francés de origen búlgaro Tzvetan Todorov, Premio de Ciencias Sociales, advirtió, por su parte, de que ser civilizado no significa haber cursado estudios superiores o haber leído muchos libros, sino “ser capaz de reconocer plenamente la humanidad de los otros, aunque tengan rostros y hábitos distintos”.
“Por cómo percibimos y acogemos a los otros, a los diferentes, se puede medir nuestro grado de barbarie o de civilización”, indicó Todorov, mientras que la canadiense Margaret Atwood, tras recibir el galardón de las Letras, pidió al ser humano que se reinvente a sí mismo y su relación con “el planeta que le sostiene”.
Además de Todorov, Atwood y Betancourt, recibieron sus respectivos premios las organizaciones que luchan contra la malaria en África (Cooperación Internacional), el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (Artes) y cinco investigadores de la aplicación de nuevos materiales en la ciencia (Investigación).
También recogieron el galardón de manos del Príncipe de Asturias el cofundador de Google, Larry Page (Comunicación y Humanidades), y el tenista español, número uno del mundo, Rafael Nadal (Deportes).
A la ceremonia asistieron también, además de Doña Sofía, los ministros de Asuntos Exteriores de España y de Venezuela, Miguel Moratinos y Nicolás Maduro, así como las titulares de Educación y Ciencia del Gobierno español, Mercedes Cabrera y Carmen Garmendia, y los presidentes de Asturias, Cantabria y Baleares, entre otros.