“Hasta ahora todos nuestros drones estaban hechos a mano, pero con el éxito del Backfire hemos empezado a producir la primera serie de 15 unidades”
Los Angry Birds ucranianos ya golpean a las fuerzas invasoras rusas detrás de la línea del frente con su producto estrella, el Backfire, un dron capaz de volar 35 kilómetros de manera autónoma que obtuvo en diciembre su primer éxito y ha empezado a ser producido en serie.
“Hasta ahora todos nuestros drones estaban hechos a mano, pero con el éxito del Backfire hemos empezado a producir la primera serie de 15 unidades”, dice a Efe Svitlana Titova, que se encarga de la adquisición de las piezas y componentes electrónicos con los que se fabrican estos drones.
Los Angry Birds ucranianos deben su nombre a la película y el videojuego del mismo nombre, y son la única unidad que recauda su propio dinero, diseña y fabrica sus drones y los utiliza ella misma en el teatro de operaciones.
La unidad nació al comienzo de la invasión a gran escala rusa por iniciativa de Ilia Shpolianski, un veterano de la guerra que estalló en 2014 en el Donbás (este) y que regresó a su país desde Alemania para volver a unirse como voluntario al ejército.
Tras hablar con sus muchos contactos en el ejército, Shpolianski llegó a la conclusión de que Ucrania necesitaba desesperadamente drones para compensar la superioridad rusa en armas y tropas.
“Antes de que empezara esta guerra no tenía ni idea de drones o de electrónica”, dice este emprendedor convertido en soldado, sobre una falta de experiencia que comparte con casi todos los integrantes de su unidad.
INGENIEROS Y PROGRAMADORES
Para hacer realidad el proyecto, Shopolianski entró en contacto con ingenieros, programadores y especialistas en electrónica que adaptaron sus conocimientos a las urgencias del momento y empezaron a diseñar drones según los requerimientos que su jefe recibía del frente.
Con creatividad y dinero de donaciones que nunca son suficientes, el equipo ha desarrollado en su laboratorio de la ciudad de Mikoláyiv (sur) varios modelos diferentes de drones que después prueban en un campo de entrenamiento de la zona.
Además de drones capaces de lanzar sobre el enemigo bombas de diverso calibre, el laboratorio de los Angry Birds prepara munición para aparatos no tripulados que ya están en la dotación de otras unidades del ejército.
“Esto es munición para lanzagranadas. La activamos para los chicos de la patrulla de fronteras, para que puedan lanzarla con sus cuadricópteros Mavic”, dice a Efe Andrí, un joven programador de 21 años que se unió a los Angry Birds hace más de dos meses.
Junto a Andriy también prepara bombas para drones como los Mavic o el propio Backfire su padre, Volodímir, un especialista en explosivos del ejército que le ha enseñado la profesión a su hijo.
“A mis 68 años soy demasiado viejo para ser soldado profesional. Ahora estoy retirado y soy voluntario. Utilizo aquí mi experiencia en el ejército”, declara Volodímir mientras ve trabajar a Andrí.
“EL CONOCIMIENTO SALVA VIDAS”
Aunque los primeros Bakfire dan resultados a diario en el frente, el objetivo de su fundador y el resto del equipo es contribuir de manera decisiva a largo plazo a una modernización de las fuerzas armadas de Ucrania que les permita combatir la amenaza militar rusa con tecnología y al menor precio posible en vidas humanas ucranianas.
Shpolianski ve difícil expulsar a Rusia de territorio ucraniano en el futuro inmediato, y se prepara para una guerra larga en la que el desarrollo con medios propios de dispositivos que minimicen el contacto con el enemigo será clave para la victoria de Ucrania.
“El conocimiento salva vidas, tanto de civiles como de soldados”, dice a Efe desde las oficinas de Heroes for Ukraine Genadi Kirilov, responsable de informática de esta ONG que es la cara civil de los Angry Birds y recauda fondos para la unidad mientras ayuda a la sociedad a afrontar la realidad de la guerra.
Desde el comienzo de esta guerra, Heroes of Ukraine ha formado con un programa de simulación a más de un centenar de pilotos de drones que ya utilizan las aptitudes adquiridas en las filas de los Angry Birds o de otras unidades del ejército desplegadas en el frente.
La ONG también ofrece asistencia de todo tipo a las víctimas de la guerra y cursos gratuitos de medicina táctica por los que han pasado centenares de civiles de Mikoláyiv.
“Rusia ataca sistemáticamente a civiles, y queremos que la población esté lo más preparada posible para sobrevivir”, dice Oleksandra Blintsova, la traductora convertida en voluntaria que imparte estos cursos.