Deberá indemnizar con 300.000 euros al hijo de la víctima y otros 30.000 a la madre
La Audiencia de Alicante ha condenado a 21 años de prisión por los delitos de maltrato habitual y asesinato a Ricardo Antonio Navarro, ex compañero de la rusa Svetlana Orlova, a la que mató días después de que ambos acudieran a un programa de televisión.
Según el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, deberá indemnizar con 300.000 euros al hijo de Svetlana Orlova, nacido de una relación anterior, con otros 30.000 a la madre y con 4.510,52 a la Generalitat Valenciana, personada en el caso.
La joven rusa falleció el 19 de noviembre de 2007 en el Hospital General de Alicante por la agresión sufrida el día anterior por parte de su ex compañero sentimental, quien le “propinó una cuchillada en el cuello” que le seccionó la arteria “carótida interna derecha” y la vena “yugular interna”.
Cuatro días antes, el ahora condenado, un joven alicantino de 30 años, carnicero de profesión, acudió a un programa de televisión nacional para pedirle a Svetlana que retomaran la relación. Según la sentencia, el condenado mantuvo una relación sentimental con Orlova y el hijo de ésta entre 2004 y octubre de 2007, cuando ella, de 30 años, decidió romper.
Sin embargo, el hombre se opuso al fin de la relación “hasta el extremo de comparecer” en un programa de televisión de difusión nacional “en el que le suplicó que la reanudaran, negándose ella”. La Audiencia considera probado que, en los últimos tiempos, había sometido a Svetlana a maltratos físicos y psíquicos que se tradujeron en una denuncia el 30 de marzo de 2007 por haberla dejado encerrada (aunque más tarde ella se retractó) y otra del 31 de octubre por maltrato físico.
Además, la rusa tuvo que huir “con signos de haber sido agredida” en dos ocasiones del domicilio conyugal con su hijo, vestida con ropa de casa y sin más equipaje, para protegerse “de las maneras agresivas del acusado”. También se constata una agresión por un puñetazo en la nariz en presencia de una amiga y del hijo, y amenazas ante la madre, así como llamadas y seguimientos “continuados” después de la ruptura para que reanudaran la relación, lo que hizo que Svetlana tuviera que ocultar su nuevo domicilio y que, incluso, se tiñera el pelo y cambiara su aspecto personal para pasar inadvertida.