El primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha tenido que hacer frente a un aumento de las críticas durante las últimas semanas, tanto por la lentitud de aprobación de sus reformas como por la polémica que surge de sus propuestas. Ante la situación, el mandatario ha optado por continuar defendiendo la necesidad del conseguir el "cambio" que prometió cuando alcanzó el poder y centrarse en su polémica reforma laboral, que ha encontrado detractores entre sus propias filas.
Cuando llegó al poder el pasado mes de febrero y se convirtió en el primer ministro más joven de Italia forzando la marcha de Enrico Letta --un movimiento no exento de polémica--, Renzi quiso encarnar la motivación e ilusión por realizar un cambio en Italia. "La tarea es dura, difícil. Pero somos Italia, y triunfaremos. El compromiso: ser fieles a nosotros mismos, libres y sencillos", escribió en Twitter el día que juró su cargo.
Para ello se comprometió aprobar "una reforma al mes", con el objetivo de llegar al comienzo de la presidencia de la Unión Europea en julio con los deberes hechos. Una nueva ley electoral, laboral y un Senado completamente reformado para superar el bicameralismo perfecto eran sus principales metas.
Además, el mandatario se vio respaldado por el electorado en las elecciones europeas, aprobando con nota su primer examen ante las urnas. Renzi se marcó como objetivo superar el 26 por ciento obtenido por su formación en las elecciones generales y se hizo con un 40,8 por ciento de los votos, una victoria que calificó de "histórica" para el Partido Democrático y ante la que se comprometió a trabajar "por una Italia que cambie Europa".
Sin embargo, el camino no está siendo fácil. Renzi ha sido criticado por numerosos sectores, entre sindicatos, líderes empresariales y obispos católicos, al que también se han unido las editoriales de los directores principales diarios, 'La Repubblica' e 'Il Corriere della Sera'. El director del último, Ferrucio de Bortoli, afirmó que el primer ministro "no le convencía" por su forma de "gestionar el poder", además de asegurar que el principal enemigo del mandatario era "él mismo".
El que fuese alcalde de Florencia ha respondido de forma tajante a estas críticas y a los rumores que apuntaban a su posible dimisión. "Si creen que tienen los apoyos necesarios y al candidato correcto, dejemos que lo intenten", retaba a los líderes empresariales, asegurando que no tenía ninguna intención de abandonar el Gobierno, cuyo mandato culmina en febrero de 2018.
LA POLÉMICA REFORMA LABORAL
El último de sus escollos es la reforma laboral, que ha sido tachada de demasiado "liberal" y que incluye la modificación de uno de los artículos "sagrados" del Estatuto de los Trabajadores, el que hace referencia a la obligación de readmitir a un trabajador despedido de forma improcedente. El artículo 18 mantendría el pago de una indemnización en estos casos, aunque se eliminaría la readmisión del trabajador.
Renzi ya ha conseguido el visto bueno de su formación, después de un arduo debate entre sus filas que el mandatario ha optado por definir como algo positivo. "Para mí esto es un partido político, un lugar donde se puede hablar", ha afirmado. De hecho, uno de sus diputados más críticos, el exsecretario general del PD Pierluigi Bersani, ha asegurado que votará a favor y ha subrayado su "lealtad" al partido y al Gobierno.
Sin embargo, los sindicatos continúan mostrando su oposición a la derogación del artículo 18, ante la que amenazaron con movilizaciones e incluso con una huelga general. Aunque durante los últimos días Renzi ha abierto una puerta a la negociación, ante la que la secretaria general de la Confederación General Italiana de Trabajadores (CGIL), Susanna Camusso, se ha mostrado dispuesta. "También Renzi ha entendido que el debate sirve", ha afirmado.
CAÍDA DE LOS AFILIADOS
Por otro lado, 'La Repubblica' ha dado a conocer un nuevo revés para el primer ministro, con la publicación de la caída del número de afiliados del Partido Democrático. En un año la formación habría perdido más de 400.000 inscritos, pese a ser la más votada y su líder uno de los políticos mejores valorados. "La espina dorsal del PD ha desaparecido", ha afirmado el diario.
Estas cifras no han gustado a Bersani, que ha advertido de que "un partido formado sólo por electores y no por inscritos no es un partido". "Los estatutos dicen que el PD es un partido 'de inscritos y electores'. Obviamente si se convirtiese en un partido de electores sería otra cosa. Un espacio político y no un sujeto político", ha afirmado, dando a entender que si la situación no cambia, optaría por abandonar la formación.
"TENEMOS QUE CAMBIAR"
Pese a todos estos obstáculos, Renzi continúa empleando la palabra "cambio" en sus discursos y entrevistas. Ante el 'Washington Post' reiteró hace una semana la necesidad de emprender las reformas que el país ha pedido e intentado impulsar durante años. "Podemos y tenemos que cambiar", aseguró, recurriendo a la crisis como el principal motivo. "Sin el cambio es imposible creer en el futuro", subrayó.
En este sentido, el primer ministro se mostró confiado en contar con el respaldo de la población, pese a la oposición de los sindicatos ante su reforma laboral. "La población está de nuestro lado, no en el de los sindicatos. Todo debe cambiar en Italia, y cambiará", afirmó Renzi, aunque reconoció que su conjunto de medidas son "fáciles de explicar pero no de realizar". "Si fuesen fáciles de realizar, alguien más lo habría hecho".