Los magistrados de la Sección Séptima de la institución judicial consideran a la procesada autora de los delitos de asesinato y lesiones dolosas, con la concurrencia de la circunstancia eximente incompleta de trastorno mental transitorio.
Asimismo, prohíben a la ahora condenada a aproximarse a menos de 500 metros durante los próximos quince años a los familiares de la víctima, un joven de su misma localidad, y le han impuesto abonar una indemnización de 140.000 euros.
Los hechos ocurrieron el 13 de junio de 2005, siete años después de la violación de su hija, cuyo autor responsable, vecino de su misma localidad, Benejúzar (Alicante), fue condenado a nueve años de prisión.
La ahora condenada roció con gasolina al joven, A.C.V., conocido como El Pincelito, que disfrutaba de un permiso carcelario, y le prendió fuego con una cerilla, lo que provocó la muerte de éste días después en un hospital de Valencia.
Sostiene el Tribunal que cuando la procesada se encontraba en una parada de autobús de la localidad de Benejúzar (Alicante), el condenado por la violación de su hija –en situación de permiso carcelario– se acercó a ella y le preguntó: “qué tal su hija”.
“Maldito, maldito eres tú”, le contestó, mientras él se alejaba del lugar y se introducía en un bar.
Desde la violación de su hija, ocurrida en octubre de 1998, la procesada sufría “un trastorno adaptativo” con síntomas de ansiedad y depresión, al tiempo que desconocía que A.C.V. disfrutaba de permisos carcelarios.
Todo ello, según entiende el Tribunal, “provocó en la mujer tal estado emocional” que le llevó instantes después del citado encuentro a dirigirse a una gasolinera con una botella de plástico donde solicitó que se la llenaran.
Posteriormente, entró al bar donde se encontraba A.C.V. y, tras decirle “para que no me olvides”, roció con gasolina la cabeza y parte del cuerpo del joven y prendió fuego con una cerilla.
“Aquello produjo una combustión” y A.C.V. “comenzó a arder como una antorcha de pies a cabeza”, según recoge la sentencia. A continuación, el propietario del bar y un cliente apagaron las llamas con un extintor, mientras la acusada salió corriendo del establecimiento y fue detenida horas después en Alicante “en estado desorientado” y con síntomas de ansiedad.