Las dos últimas víctimas mortales de ETA recibieron un emotivo homenaje en esta ceremonia fúnebre, oficiada en la Catedral de Palma de Mallorca por el arzobispo castrense, Juan del Río, a la que también asistieron los Duques de Palma, la Infanta Elena, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y una nutrida representación de autoridades regionales y locales.
En la homilía, el arzobispo rindió tributo a los dos jóvenes, “asesinados vilmente por la hiriente crueldad de la salvaje estrategia terrorista de ETA”, una organización que intenta amedrentar y someter a los españoles a “su totalitarismo, intrínsecamente perverso y nunca justificado”.
Pese a las dificultades propias de la lucha contra el terrorismo, “no debemos dejarnos caer en el desánimo”, subrayó Juan del Río, antes de afirmar que “la última palabra de este combate” no la tienen “los hijos del terror”, sino quienes, como los dos jóvenes asesinados, trabajan por la paz, la justicia y la decencia en la sociedad.
El obispo de Mallorca, Jesús Murgui, que acompañaba a Juan del Río en el oficio religioso, trasladó asimismo a las autoridades y los numerosos fieles que abarrotaban el templo un mensaje de condolencias del Papa, que el Pontífice hizo llegar a través del nuncio del Vaticano en España.
El presidente de Baleares, Francesc Antich, y el lehendakari vasco, Patxi López, seguían desde la primera fila el funeral, al que asistieron representantes de los principales partidos, entre ellos la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, y el dirigente y ex ministro de Defensa del PP Federico Trillo.
Antes de que diera comienzo la ceremonia religiosa, Don Felipe y Doña Letizia dieron el pésame a los familiares de Carlos y Diego. Doña Elena y los Duques de Palma, que llevan ya unos días en Mallorca, fueron los primeros representantes de la Familia Real en llegar a la catedral, juntos en un automóvil, minutos antes de que acudieran a la entrada del templo Don Felipe y Doña Letizia.
El himno de la Guardia Civil despidió a los restos mortales de los dos agentes a la salida de la catedral, donde los Príncipes de Asturias tuvieron ocasión de hablar con un teniente de la Comandancia de Calviá a la que pertenecían las víctimas de ETA.