El presidente de China, Xi Jinping, solo lleva cinco años al frente del régimen comunista pero es el protagonista indiscutible de la exposición sobre el 40 aniversario de la apertura y reforma, el llamado "milagro chino", que el gigante asiático exhibe en una muestra a gran escala en Pekín.
Tras la muerte de Mao Zedong, Deng Xiaoping impulsó las reformas económicas que lograron transformar el país hasta convertirlo en la segunda potencia económica del mundo, gracias a un desarrollo sin precedentes en la historia que, sin embargo, conllevó algunos de los mayores desafíos a los que se enfrenta China, entre ellos la contaminación.
Con motivo del cuadragésimo aniversario de esta transformación, el país asiático alardea de su progreso con un gran despliegue propagandístico en el que se esfuerza en atribuir la mayor parte del mérito a Xi, pese a que tomó las riendas del partido a finales del 2012 y del Gobierno en 2013.
Más de la mitad del gigantesco espacio que repasa las últimas cuatro décadas del Partido Comunista de China (PCCh) está centrado en su figura, con imponentes fotografías en las que se alaba su labor, evidenciando el cada vez mayor regreso al culto a la personalidad del régimen.
Tampoco faltan las referencias al "pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas en una nueva era", recientemente incluido en la Constitución y que lo equipara a Mao.
"El trabajo de Xi ha sido mejor que el de otros líderes", opina a Efe Wu, uno de los visitantes de la exposición, que prevé que el futuro de China será "cada vez mejor" con las políticas de Xi, quien sigue abriendo la economía al exterior y abandera la defensa del multilateralismo.
El régimen también alardea de algunas de sus tecnologías pioneras en realidad virtual, de su carrera espacial -que empezó en 1992 y en 2003 ya se convirtió en el tercer país en enviar astronautas al espacio- o de su tren de alta velocidad, el más rápido del mundo, que enlaza las ciudades de Pekín y Shanghái a 350 kilómetros por hora.
"Si siguiéramos con el socialismo de la Unión Soviética, no habría futuro para China", comenta a Efe otro visitante, Zhai, que cree que de no haberse impulsado la apertura y la reforma ahora el país "se parecería a Corea del Norte".
Otro de los motivos de orgullo para el gigante asiático es su eficaz lucha contra la pobreza: "Si China quiere ser rica, los campesinos tienen que serlo también", recuerda al público un gran cartel.
La comunidad internacional alaba constantemente la lucha contra la pobreza del país más poblado del mundo, donde más de 800 millones de personas han salido de la pobreza desde 1978, según datos del Banco Mundial (BM), y todos los pronósticos apuntan a que logrará erradicarla en 2020.
Sin embargo, los años de crecimiento desenfrenado parecen llegar a su fin y, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), China -que en el tercer trimestre de este año creció un 6,5 %, el nivel más bajo desde el inicio de la última gran crisis económica- ralentizará gradualmente su crecimiento hasta el 5,5 % en 2023.
"Lo que más insatisfacción crea entre los ciudadanos es el precio de la vivienda", afirma Zhai, en referencia a la burbuja inmobiliaria que ha disparado en los últimos años los precios de mercado.
De todos modos, Zhai reconoce que todavía queda mucho por hacer y advierte de que las llamadas Nuevas Rutas de la Seda, el ambicioso proyecto de infraestructuras a nivel mundial impulsado por Xi, "no es suficiente".
El progreso chino también ha ido acompañado de un creciente control social y recorte de las libertades, y la Plaza de Tiananmen, donde se ubica la muestra, representa a su vez uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente de China. Allí, en junio de 1989 entre cientos y miles de manifestantes pacíficos en favor de la democracia fueron asesinados por el Ejército.
Mientras numerosos visitantes inmortalizan "el milagro chino" tomando selfis, una nube de niebla tóxica ('smog') envuelve Tiananmen y cubre el gran retrato de Mao, escena que se repite habitualmente en una de las ciudades con peor calidad del aire del mundo.
"La protección del medioambiente es el gran reto ahora. Nos hemos desarrollado demasiado rápido, pero solo estando sanos podremos construir el país", opina la pequinesa Liu, quien, aún así, reconoce que la explosión económica china ha sido importante y necesaria.