Ante el riesgo de que se desvíe tecnología estadounidense "sensible" a las autoridades chinas, informó el secretario de Comercio, Wilbur Ross
Estados Unidos revocó este lunes el "estatus especial" de Hong Kong ante el riesgo de que se desvíe tecnología estadounidense "sensible" a las autoridades chinas, informó el secretario de Comercio, Wilbur Ross.
"Las regulaciones del Departamento de Comercio permitiendo un trato preferencial a Hong Kong sobre China, incluyendo la disponibilidad de excepciones a las licencias de exportación, se suspenden", dijo Ross.
Esta medida se produce mientras se debate en el Comité Permanente de la Asamblea Nacional Popular china (ANP, Legislativo) la aprobación de la polémica ley de seguridad nacional para Hong Kong, último paso para su entrada en vigor, en vísperas de que la ciudad conmemore este miércoles los 23 años de su vuelta a la soberanía china.
En ese sentido, Ross explicó que "con la imposición por parte del Partido Comunista de China de nuevas medidas de seguridad en Hong Kong, el riesgo de que tecnología sensible de EE.UU. sea desviada al Ejército de Liberación Popular o el Ministerio de Seguridad del Estado (chino) ha aumentado, todo ello socavando la autonomía del territorio".
"Estos son riesgos que EE.UU. rechaza aceptar y han resultado en la revocación del estatus especial de Hong Kong", agregó el secretario de Comercio, que adelantó que se están evaluando más "acciones para eliminar el tratamiento diferencial" de ese territorio.
Ross instó a "Pekín a revertir de inmediato el curso y a cumplir las promesas que ha hecho al pueblo de Hong Kong y al mundo".
Antes de la retrocesión de Hong Kong en 1997 del Reino Unido a China, EE.UU. aprobó una ley que estipulaba que el Gobierno estadounidense seguiría tratando ese territorio bajo las mismas condiciones aplicadas cuando era colonia británica.
Sin embargo, en noviembre pasado y al calor de las olas de protestas prodemocracia y la represión policial en la urbe, Trump suscribió una ley apoyada por el Partido Demócrata y el Republicano que establecía que el Departamento de Estado debía comunicar anualmente al Congreso si EE.UU. debía continuar su relación especial con Hong Kong.
A finales de mayo, el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, comunicó al Congreso del país que ya no podía considerarse a Hong Kong autónomo de China, como paso previo a la pérdida de su estatus especial.
La revocación de dicho estatus ha tenido consecuencias inmediatas ya que Pompeo informó este lunes de que su país dejará de exportar a partir de hoy equipamiento militar a Hong Kong.
En un comunicado, el titular de Exteriores anunció que, "conforme Pekín se mueve hacia la aprobación de una ley de seguridad nacional, Estados Unidos acabará hoy con las exportaciones de equipamiento de defensa de origen estadounidense".
Además, adelantó que Washington "tomará medidas para imponer las mismas restricciones de (material de) defensa estadounidense y tecnologías de doble uso a Hong Kong que a China".
Pompeo detalló que la decisión del "Partido Comunista de China de aniquilar las libertades de Hong Kong ha forzado a la Administración de (Donald) Trump a reevaluar sus políticas hacia el territorio".
"EE.UU. se ve obligado a tomar esta acción para proteger la seguridad nacional de EE.UU. Ya no podemos diferenciar entre la exportación de artículos controlados a Hong Kong o a la China continental", siguió.
Pompeo acusó, además, a Pekín de incumplir los compromisos que hizo en la Declaración conjunta Sino-Británica de 1984, y aclaró que la acción de su Gobierno es contra "el régimen" chino, no contra el pueblo.
Dicha declaración sirvió para acordar la retrocesión de Hong Kong de manos británicas a chinas en 1997 y estableció el mantenimiento durante 50 años a partir de esa fecha de una serie de libertades en este territorio inimaginables en la China continental, aunque portavoces del Gobierno de Pekín han dicho en numerosas ocasiones que ese documento ya se cumplió en su momento.
La tensión entre EE.UU. y China ha aumentado en los últimos meses azuzada por la pandemia de coronavirus, de la que Trump culpa a Pekín.
En 2018, ambas potencias se embarcaron en una guerra comercial que llevó a la imposición mutua de aranceles, aunque en diciembre de 2019 llegaron a un principio de acuerdo que permitió que los dos países disfrutaran de unos meses de aparente cordialidad, hasta que la tensión volvió a elevarse por la pandemia.