Las imágenes de protestas multitudinarias en numerosas ciudades del país apuntan a que la de hoy puede convertirse en la mayor jornada
Cientos de miles de personas salieron este lunes a las calles de casi toda Birmania en una jornada de huelga general en protesta contra la junta militar que amenazó con más muertes tras un trágico fin de semana en el que dos personas fallecieron por la violencia policial.
Desde la mañana las principales arterias de Rangún, Naipyidó -la capital-, Mandalay y otras localidades en todos los rincones del país fueron ocupadas por los manifestantes, que reclaman el restablecimiento democrático y la liberación de los presos políticos, incluida la líder electa Aung San Suu Kyi.
Durante la mañana fue en Naipyidó donde se produjeron los mayores altercados, según vídeos publicados por los activistas en las redes sociales que mostraban a la Policía persiguiendo a los manifestantes, mientras se produjo un número sin confirmar de detenidos.
Las imágenes de protestas multitudinarias en numerosas ciudades del país apuntan a que la de hoy puede convertirse en la mayor jornada de protesta desde el golpe de Estado perpetrado por el Ejército el pasado 1 de febrero.
"No me importan sus leyes y normas, no son nuestro Gobierno, por lo que no tenemos que obedecerles. Los toques de queda o lo que sea. Saldremos cada día a las calles hasta que no podamos andar", aseguró a Efe una estudiante de 18 años, durante la protesta en Rangún.
Ante la convocatoria, la junta militar volvió a dejar sin internet al país una noche más y restringió el uso de datos durante la mañana, además de cortar varias arterias de Rangún y Naipyidó para impedir el acceso a los puntos especialmente concurridos durante las protestas, que comenzaron hace más de dos semanas.
REVOLUCIÓN DE LOS CINCO DOSES
La convocatoria ha recibido el nombre de "la revolución de los cinco doses" al celebrarse el 22.2.2021, en referencia a las protestas del 8 de agosto de 1988, conocida como la revolución 888, que fue violentamente reprimida por las fuerzas de seguridad.
Los manifestantes salieron de forma masiva por casi todo el país en respuesta a la represión policial que el pasado sábado costó la vida por disparos policiales a dos manifestantes en Mandalay, la segunda ciudad del país.
Con las dos muertes del sábado son ya tres los fallecidos por la represión policial, tras confirmarse el viernes el deceso de Mya Thwe Thwe Khine, una joven de 20 años que murió de un disparo policial en una protesta, y cuyo funeral se celebró el domingo en Naipyidó.
La violencia y las amenazas no disuadieron a los manifestantes hoy después de que los militares advirtieran que "el camino de la confrontación" supondrá la pérdida de vidas.
En un anuncio público difundido anoche por la televisión estatal y publicado en su canal de Youtube, la junta militar acusó a los manifestantes de "aumentar su incitación a la revuelta y a la muchedumbre anárquica" el pasado sábado, durante las protestas en las que dos personas perdieron la vida por disparos policiales.
"Los manifestantes están ahora incitando a la gente, especialmente a adolescentes y jóvenes emocionales a un camino de confrontación en el que sufrirán la pérdida de la vida", reza el comunicado.
Tom Andrews, relator especial de la ONU, se mostró preocupado por este mensaje "amenazante" y advirtió a la junta militar en Twitter de que, a diferencia de lo ocurrido durante las sangrientas revueltas de 1988, las acciones de las fuerzas de seguridad están siendo grabadas, por lo que tendrán que asumir su responsabilidad.
INJERENCIA EXTERIOR
Después de recibir críticas de las principales potencias occidentales y de la ONU por la brutalidad policial, la junta militar denunció la injerencia de otros países en asuntos internos.
El Ministerio de Exteriores criticó en un comunicado publicado la noche del domingo en su cuenta de Facebook que "algunas afirmaciones o comentarios hechos por algunas embajadas en Rangún y por países extranjeros equivalen a una injerencia flagrante en los asuntos internos de Birmania".
En este sentido, advirtió que estos comentarios "violan la convención de Viena de relaciones diplomáticas, que establece que los diplomáticos deben respetar las leyes de los estados anfitriones y no deberían interferir en los asuntos internos".
El Ejército justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre en los que la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por Suu Kyi, arrasó, como ya hizo en 2015.