Raquel Abeledo, nacida en Ferrol hace 50 años, residente en
San Fernando, empleada en la
Base Naval de Rota, ha puesto cifras a la brecha de género en las denominadas
profesiones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, en sus siglas en inglés) que ella misma, ingeniera, ha sufrido en primera persona durante su dilatada trayectoria laboral.
En septiembre del pasado año, publicó un estudio elaborado con algo más de 200 encuestas a trabajadores del sector de la ingeniería, personal docente e investigador, administrativo y de servicios de las universidades públicas y personas interesadas en la divulgación científica relacionadas con la actividad naval, en colaboración con una importante empresa pública, las universidades de A Coruña, Complutense de Madrid y Cádiz y el blog Va de Barcos (https://vadebarcos.net), partiendo de que la tasa de graduados en ciencias, informática, ingeniería, industria y construcción en 2018, fue del 30,1% para hombres y del 12,7% en mujeres, y la tasa femenina empleadas en sectores de alta y media-alta tecnología se sitúa en torno al 30% del total de puestos de trabajo.
“Si se igualara la ocupación de hombres y mujeres, manteniendo la productividad media del sector registrada en 77.600 euros por asalariado, se generarían 31.200 millones de euros más al año, equivalentes al 2,8% del PIB”, apunta en un correo electrónico cuestionada al respecto Nuria Ávalos, directora general de IndesIA, asociación española de inteligencia artificial para la industria.
Ávalos valora iniciativas de algunas organizaciones que han optado por la contratación y señala ejemplos concretos de empresas privadas como Repsol, cuyo compromiso con el desarrollo del talento femenino pasa por la paridad en incorporaciones a plantilla y tener un 35% de mujeres en posiciones de liderazgo.
Pero queda mucho camino por recorrer, tal y como refleja el informe rubricado por Raquel Abeledo. “Las mujeres perciben más que los hombres la existencia de factores que dificultan el acceso y la permanencia en las STEM por razón de género”, advierte, y remarca que son estas las que recurren masivamente a ausencias laborales para conciliar, lo que imposibilita en muchos casos la promoción a puestos de mayor responsabilidad. “Las profesionales con hijos, de hecho, son más proclives a percibir no haber elegido bien su profesión”, agrega.
Abeledo subraya la necesidad de “generar un contexto social, económico y laboral que permita a ambos sexos a elegir y desarrollar su proyecto vital independientemente su profesión” pero, en particular, se refiere a la importancia de despertar vocaciones.
El asunto es serio. Un estudio de la revista Science advirtió de que las chicas se veían menos brillantes que los niños en materias como las matemáticas. Ana Díaz, ingeria superior de telecomunicaciones y directora comercial de Europa Occidental de Vantage Towers, propone “estimular el descubrimiento de capacidades y su desarrollo en el entorno educativo con trabajos en equipos, además de las asignaturas lectivas, para poner en práctica proyectos de investigación para jóvenes que les permitan entusiasmarse y divertirse con la tecnología desde pequeñas”. Y, en casa, anima a los padres “a que ayuden a las niñas a esforzarse por conseguir sus sueños” sin prejuicios y con libertad de elección.
Abeledo añade, finalmente, que es clave que las nuevas generaciones tengan referentes porque, en su encuesta,el 35,79% de las mujeres reconocieron que la influencia de un hombre (padre, tío o persona del entorno familiar) favoreció que se decantara por profesiones de STEM, y valora iniciativas en este sentido como #NoMoreMatildas, gracias a la Asociación de Mujeres Investigadoras, apoyada por la Oficina del Parlamento Europeo.