El PP sigue sin resolver su problema con Vox. Los populares están obligados a marcar distancias ideológicas con la formación de
Santiago Abascal sin que tenga coste electoral. Pero recuperar
los valores originales del partido de los tiempos de José María Aznar o abrazarse a l
a moderación que defiende Juanma Moreno es, en cualquiera de los dos casos, como elegir entre dos mantas igualmente cortas: si tapan la cabeza, dejan al aire los pies, y a la inversa. La fuga de votantes es, en todos los niveles, inevitable. En la provincia, Vox, con 20.000 papeletas más, superó ampliamente al PP en las elecciones generales y los sondeos que maneja la ultraderecha les reservan la primera plaza en caso de que hubiera comicios autonómicos.
Sin embargo, Vox genera incomodidad en el PP no solo por el discurso, también por las formas. La crisis territorial de Vox ha durado justo dos semanas: el pasado 21 de enero, el Comité Ejecutivo Provincial dimitió por las fricciones internas debidas al apoyo de la dirección nacional a los diputados nacionales
Agustín Rosety y Carlos Zambrano y este miércoles Madrid designó una
nueva gestora.
En el PP, sin embargo, la crisis abierta por la pérdida de confianza en el secretario general,
Andrés Núñez, a raíz de una denuncia por
presuntos malos tratos, en el pasado puente de la Constitución, sigue sin cerrarse. Dos meses después, Génova ha bloqueado el relevo del chiclanero, el candidato a la Alcaldía de Cádiz,
Juancho Ortiz, quien no solo ha encontrado reservas por parte del equipo de
Pablo Casado, también de relevantes nombres del partido en Cádiz. Cunde entre los cuadros y simpatizantes cierta desesperación por la
falta de reflejos y anhelan en privado la eficacia en la organización de Vox. Ana Mestre comienza a barajar ahora otras opciones, recuperando los nombres de
Eva Pajares y
Bruno García, pero las relaciones con la dirección nacional se han enrarecido y nadie tiene muy claro cuándo se va a resolver el bloqueo.
Lo que sí se da por hecho es que, a diferencia de Vox, el elegido acumulará al menos un cargo más. Los de Santiago Abascal han seleccionado a un presidente de gestora sin más responsabilidades que la orgánica para que se dedique en exclusiva a la gestión diaria del partido. El resto de integrantes, salvo
Manuel Gavira, vocal y parlamentario andaluz, se hallan en la misma situación que
José María Torrego. En el PP, sin embargo, la presidenta es delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía de Cádiz y quien ejerce de facto como número dos, José Ortiz, compagina sus tareas el Congreso con las labores de organización. Juancho Ortiz, concejal y diputado provincial; Eva Pajares, subdelegada de la Junta en el Campo de Gibraltar; o Bruno García, parlamentario andaluz, serán secretario general
a tiempo parcial.