Este 2020 será sin remisión un annus horribilis para el empleo en general y muy especialmente para el vinculado al sector hostelero. En mayo pasado, la consultora Foqus pronosticó la destrucción de 546.000 puestos de trabajo en el conjunto de España en un estudio elaborado con la Universidad de Valencia que anticipaba una auténtica catástrofe. El balance, a 30 de noviembre, arroja, sin embargo, peores cifras de las que se manejaron inicialmente, con 575.000 empleos menos con respecto al año anterior. Andalucía, alertaban los autores del informe, sería la primera comunidad más afectada, con 149.000 personas fuera del mercado laboral.
Focus no ha actualizado los números autonómicos, pero los últimos datos disponibles en el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía, correspondientes al tercer trimestre, indican que, pese al verano y la desescalada, la región contaba con 44.540 afiliados menos a la Seguridad Social; Cádiz, con 6.000. A ellos hay que sumar todos los que se han acogido a expedientes temporales de regulación de empleo (ERTE).
Javier Gómez de la Vega, manager de la consultora, explica que, si se analizan pormenorizadamente las cifras, se concluye que hoteles y otras actividades dedicadas al alojamiento decidieron detener su actividad, acogiéndose de manera mayoritaria a ERTE (67%) y reducir plantilla en menor medida (26%), “a la espera de soluciones y tiempos mejores”. Los establecimientos de comidas y bebidas, al contrario, han sumado el 74% de los parados en el sector desde la irrupción del coronavirus, llevando a cabo, por tanto, “ajustes más permanentes y, luego, intentando ajustarse a la actividad” conforme se levantaron o impusieron medidas de control.
Pero las cosas se torcieron a partir de septiembre. Pese a que había algunas estimaciones optimistas tras el verano, las sucesivas olas de contagios y las limitaciones a la movilidad, desde el ámbito internacional al municipal, han causado cuantiosas pérdidas. “La hostelería ha sido la principal palanca accionable”, lamenta De la Vega. “La mayor parte de las medidas restrictivas han sido enfocadas a este sector, al que además se le ha impuesto abrir o cerrar o nuevos horarios y aforos sin mayores contemplaciones”, mientras que otros espacios públicos, como el transporte público o espacios educativos, con peores datos de transmisión del virus, no han visto condicionada su actividad en la misma medida.
Foqus concluye tras analizar los datos publicados por el Ministerio de Sanidad desde el 11 de mayo y hasta principios de diciembre, que los bares son establecimientos seguros: menos del 2,3% de los casos diagnosticados se pueden atribuir al sector hostelero, tanto de laboral como de social. Si se pone en relación al volumen del sector, con aproximadamente 200.000 establecimeintos abiertos en España, la afección ha sido realmente baja, con 2,5 casos por cada 100 establecimeintos, contando que un 40% están cerrados, y una incidencia 145 veces menor que en hospitales, 62 veces menor que en mataderos y entre siete y ocho veces menos que en centros escolares.
Por otro lado, el documento señala que los bares están teniendo una incidencia especialmente baja en los rebrotes. Concretamente, apenas un 1,1% de los nuevos repuntes son en la hostelería.
“Los establecimientos hosteleros se han adaptado a la situación, han adoptado medidas sanitarias y de aforo y constituyen espacios seguros, no son el problema”, agrega De la Vega. E insiste: “El sector ha demostrado su compromiso con la sociedad abanderando medidas higiénicas y de control, lo que le ha convertido en uno de los espacios más seguros en esta nueva fase de la pandemia”.
Por otro lado, advierte de que “hay que pensar que la alternativa a la hostelería, que es un espacio controlado y sujeto a normativa y control por parte del personal, son las reuniones privadas, más numerosas, nos tememos en Navidad, sin aforos, sin mascarillas, sin ventilación y sin desinfección”. “Quizás sea mejor, más seguro, para cuatro amigos reunirse en la terraza de un bar que en la casa de alguno de ellos”, argumenta.
En cualquier caso, con o sin relajación de las medidas de restricción, De la Vega asegura que, en esta coyuntura, es fundamental que el Gobierno central apruebe la extensión de los ERTE más allá de enero. Es lo que puede salvar mucho empleo. Recuerda que, según Horeca, “el 20% de los bares y restaurantes cerrados durante el verano podría cerrar permanentemente”. En noviembre, esta cifra se eleva al 56% y, “si bien esta cifra es por el cierre forzado de la hostelería por los planes de choque contra los contagios, la realidad es dramática”.
Foqus estima que, de los 575.000 empleos perdidos en España actualmente, “el 58% se podría recuperar potencialmente si se consigue reactivar el sector y sacar a la gente de los ERTE”. Para ello, “es fundamental aguantar hasta que haya avanzado la vacunación, por un lado, y, por otro, que haya pasado la tercera ola postnavideña y dé comienzo la temporada alta, entre Semana Santa y el verano”.
Si el Ejecutivo obliga a readmitir empleados en enero, que es el mes de menor actividad, con horarios y aforos limirado, y por lo tanto con menor necesidad de personal, y con previsiblemente restricciones adicionales por el nuevo repunte de contagios, obligará a muchos empresarios a cerrar. “Las cuentas no salen y esos puestos de trabajo acabarían destruidos definitivamente”, subraya. Además, De la Vega sostiene que la factura del paro es inasumible, mientras que alargar ERTE durante tres o cuatro meses ofrece un coste más reducido. “Hay que dar salidas”, demanda. “Si las administraciones limitan el horario y el aforo, no pueden pedir a los empresarios que tengan la plantilla al completo en el peor mes del año”.
