Conviene recordarlo. El doctor Juan José Sánchez, presidente del Colegio Oficial de Médicos de Málaga, lo hace hasta en tres ocasiones en apenas media hora de conversación.
“Quien piense que esto va a desparecer de la noche a la mañana, se equivoca” porque el virus muta constantemente y aumenta su contagiosidad. “La vacuna da oxígeno”, apunta, pero recuerda que
no es suficiente.
La administración del fármaco “tendrá un impacto relevante en el control de la pandemia”, afirma, en este sentido, el doctor José María Domínguez, miembro del Consejo Andaluz de Colegios Médicos (CACM), y, si bien “asegura una disminución del riesgo de enfermar y posiblemente disminuya el riesgo de contagiar, hay
otros aspectos que tendrán también una relevancia en el control de la pandemia” por sí mismos y por la lentitud con la que llegan las dosis a España. Señala “las
medidas preventivas en la práctica habitual”. “No era infrecuente ver antes de la irrupción del coronavirus a asiáticos usando mascarillas”, recuerda.
Su utilización seguirá siendo necesaria. La distancia, también.
La prevención y la prudencia son claves. Domínguez lamenta que
“se infravaloró el riesgo y la transmisibilidad de la enfermedad” y hubo “un
exceso de optimismo en los periodos de disminución de la incidencia, que se acompañó probablemente de una desescalada excesivamente rápida y poco controlada”.
“Seguimos sin tratamiento efectivo”, recuerda Sánchez. “Hemos avanzado en la organización y en la atención y estamos recurriendo a los corticoides” para paliar los síntomas de la infección. Pero no hay medicamentos útiles hasta el momento. “Hemos conseguido una vacuna en un año que ya se distribuye y es un logro, pero aún
queda mucho por conocer sobre el Covid-19”, reconoce.
El doctor Domínguez hace balance al respecto. “Con la primera ola
empezamos a entender la contagiosidad del virus y la gravedad de la enfermedad que producía”, explica. “También entendimos que
la vulnerabilidad era mayor en determinados grupos de edad”, añade. A partir de ahí, con las siguientes olas, “hemos entendido mejor las vías de transmisión, en la que
predominaba la vía aérea y los aerosoles”. En los últimos tiempos, concluye,
“estamos empezando a otorgar importancia a las mutaciones del virus”.
Reconoce, asimismo, las
dificultades para anticiparse a la evolución de los contagios. “El cribado es una medida que puede ser eficaz para la evaluación de un grupo pequeño en un periodo corto de tiempo, pero es difícilmente eficiente cuando se aplica a la población en general, sobre todo, si esta tiene una alta movilidad”. “Puede existir un grupo de personas identificadas como no contagiadas pero que, debido a su amplia movilidad, puedan contagiarse en los días subsiguientes”, puntualiza. Y remarca que detectar un positivo tiene valor, pero cada caso negativo no asegura padecer la infección después si no restringe contactos.
Estos dos factores,
la reducción de los contactos y el cumplimiento de las medidas preventivas, son fundamentales para evitar los estragos de una cuarta ola. “No ha habido ninguna epidemia eterna, aunque esta que estamos viviendo se está prolongando más del habitual fundamentalmente debido al cambio de los hábitos sociales: viajes, turismo, etcétera”, añade.
“El problema no es desplazarse desde Sevilla a Cádiz -tercia el presidente del Colegio Oficial de Málaga-,
sino para qué se va”. “El problema son las concentraciones”, puntualiza.
Por ello, advierte de que tendremos que
“aprender a convivir con el virus”. El futuro es incierto y “no se debe poner una bola de cristal”, pero ese es el camino, aunque “el coste emocional por el miedo, la fatiga o la sensación de desprotección esté provocando problemas de salud, como taquicardias o tensión descompensada”, para poner freno al goteo incesante de muerte y padecimiento que sufrimos desde hace un año.